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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Alas de mariposa en Bucarest – ABC Cultural – 19 de noviembre de 2022

Su genial escritura ha marcado las últimas décadas de la literatura centroeuropea.

Si James Joyce realizó una parodia magistral, desde el exilio en una ciudad fronteriza como Trieste, de su orgullosa pero frustrada Irlanda natal; si Musil satirizó sin piedad la decadencia e inmovilismo agónico del Imperio de los Habsburgo en ‘El hombre sin atributos’; o el ruso Bulgákov hizo lo mismo con la degeneración cotidiana y soez del sistema soviético, un maestro de la transfiguración simbólica y poética como Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) se convertiría en uno de los más feroces e implacables retratistas de la sociedad de su país, Rumanía, durante los años oscuros de la dictadura de Ceausescu. También se convertiría en un moderno e insustituible cronista literario y fantasmagórico de un Bucarest entre fantástica y sombríamente hiperrealista, como Joyce elevó en su día a la categoría de mito a Dublín o Kafka a la ciudad de Praga, envuelta en las brumas de la irrealidad y la pesadilla más metafísica y ultraterrenal. Unos autores, Joyce y Kafka, así como maestros modernos como Pynchon, que tienen mucho que ver con la poética experimental y ferozmente antirrealista de Cartarescu.

Autor de una amplísima bibliografía, que lo hace acreedor con cada nueva obra (ya sea del género narrativo, o con su fantástica producción poética, reunida recientemente en ‘Poesía esencial’, Impedimenta, 2021, con traducción espléndida de Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru) al Premio Nobel de Literatura, el tema de los grises y sombríos años del comunismo en Rumanía hasta llegar a la liberación se da cita de forma central en su nueva obra ‘El ala derecha’ (tercer volumen, aparecido en su día en 2007, perteneciente a su prodigioso ciclo ‘Cegador’). Un ciclo completado por ‘El ala izquierda’, de 1996, y ‘El cuerpo’, de 2002, todos ellos traducidos de forma admirable por Marian Ochoa de Eribe, en una editorial, Impedimenta, que ha apostado incondicionalmente por este genio incomparable de nuestros días.

Y un telón de fondo, la Revolución y caída de la atroz dictadura de Ceausescu en 1989 que, como siempre, se va intercalando entre otros muchos escenarios, en continuo desplazamiento, en el relato de este autor. El protagonista de ‘El ala derecha’, como sucedía en los otros volúmenes, continúa con la búsqueda alucinada, nostálgica y obsesiva de un doble –Victor, el hermano perdido por Mircea en la infancia– gemelo exacto a él, desaparecido un día en un hospital. Un personaje que recorre la obra de Cartarescu y que el autor trataría en unos de sus más conmovedores y estremecedores textos de su maravilloso libro ‘El ojo castaño de nuestro amor’: «Mi madre nos llevó al hospital con cuarenta y dos grados de fiebre (…) A mis padres les dijeron que su hijo había muerto por la noche. Pero nunca les mostraron el cuerpo. A Victor se lo tragó la tierra miserable de unos tiempos terribles. Nunca supimos qué le sucedió».

Poeta, narrador, teórico de la literatura y principal representante de la llamada Generación de los 80 de la literatura rumana, Mircea Cartarescu, unánimemente celebrado hoy por la tremenda y versátil riqueza de su obra, es un original y fascinante creador cuyo estilo y genial capacidad de invención lingüística ha marcado las últimas décadas no sólo en Rumanía, sino en toda la zona centroeuropea. Crítico literario y profesor que se ha dividido a lo largo del tiempo entre Bucarest, Viena, Ámsterdam y Stuttgart, ciudades donde ha dado cursos sobre la célebre vanguardia rumana de entreguerras, con Tristan Tzara a la cabeza, Cartarescu es a la vez un cabeza de serie absoluta del posmodernismo en su país, sobre el que ha teorizado abundantemente, doctorándose en su día con una tesis acerca de este movimiento.

Entre sus obras más conocidas está una paródica y cómica epopeya titulada ‘Levantul’ (1990) en la que recicló todo tipo de estilos poéticos de la literatura rumana, utilizando como inspiración el capítulo del ‘Ulises’ de Joyce titulado ‘Los bueyes del sol’. En 1993 aparecería su espléndido libro de relatos, ‘Nostalgia’ (con un excelente relato, ya clásico, ‘El ruletista’). Más tarde iniciaría el ambicioso, bellísimo y monumental ciclo citado, entre fantástico y cripto-onírico, único en su género, la trilogía ‘Orbitor’ (’Cegador’). Su obra ‘Por qué nos gustan las mujeres’ (Funambulista, 2006), definida por él mismo dentro del campo de «la fantasmagoría social», compuesta por veinte retratos o ensoñaciones posibles de mujer, con numerosas referencias, como suele suceder en su obra, a otros muchos escritores y «lecturas» de la siempre dudosa realidad –desde Salinger, Nabokov, Breton, Joyce y Stendhal, a escritores rumanos como Ion Creanga– significó un éxito rotundo de ventas en su país. Seducido siempre por la figura ambigua del doble, por torturadas sensualidades –como se percibe en el relato ‘Los gemelos’ de su libro ‘Nostalgia’, pero también en ‘El Mendébil’ y en la magnífica ‘nouvelle’ ‘REM’–, por el travestimiento, la androginia y la figura mitológica de la ‘Quimera’, todo ello se materializaría de forma central en su novela ‘Lulu’ (1994; Impedimenta, 2011), que traía a la memoria al perturbador personaje de la ópera de Alban Berg, basada en la obra homónima de Wedekind.

Desde aquellas primeras obras en prosa, a lo largo de su carrera, como sucede en su deslumbrante opera magna ‘Solenoide’ (2015; Impedimenta, 2017) –de sus más ambiciosas creaciones junto al magistral ciclo ‘Cegador’–, el lector asiste a parecidos, siempre transmutados, recorridos vitales de raíz o no autobiográfica que se traspasan vigorosamente de un texto a otro.

Una turbulenta belleza domina todas las páginas, así como una búsqueda ávida, permanente, de la verdad, junto a una indagación profunda, multiforme, visionaria y tenaz, de la complejidad a veces indescifrable de la realidad, en todas sus vertientes y apariencias.

—Mercedes Monmany, ABC Cultural, 19 de noviembre de 2022