Esa misma naturaleza que plasmó a la perfección en Los grandes espacios vuelve a ser el eje de La joven y el mar, el último cómic de Catherine Meurisse y en el que la artista francesa recrea su estancia de dos meses en una residencia para artistas en Kioto, donde arribó para pintar paisajes con los que renovar su base de imágenes mentales, excesivamente occidental, y también para redescubrirse a sí misma.

Allí se topará con un artista japonés que intenta pintar a una mujer, en vano. Cada vez que la siente venir a su mente, es tarde para capturarla en pintura. Además, para él, solo el haiku, el poema breve, logra captar la evanescencia de las cosas. A medida que se desarrolla la historieta, se establece una suerte de rivalidad, y también un estupendo juego dialéctico y una confrontación de culturas, entre ese pintor y Catherine.

La autora ha creado una historia muy amena y cercana, cargada de sensibilidad, con deliciosos toques de humor y en la que confirma el alcance de su talento, que despliega en todo su esplendor en las páginas de una sola viñeta. En este viaje iniciático hacia un territorio desconocido nos proporciona un relato delicioso, lleno de guiños a la pintura europea y a la occidental que va calando en el lector, llenándolo de sensaciones placenteras. Meurisse sigue buscando una belleza que, los que admiramos su obra, deseamos que tarde mucho en encontrar, porque significará que continuará firmando álbumes maravillosos como este.

—Diario de Navarra, 8 de diciembre de 2022