Katherine es una mujer en el exilio. En todos los sentidos. Hace tiempo que tuvo que abandonar su país –nunca se cuenta exactamente por qué, pero el trasfondo es la guerra mundial y la muerte– y se instaló en Inglaterra, donde hace años pasó unas semanas en verano invitada por su amigo por correspondencia. Hace frío, pero no solo es porque es invierno y nieva y el dinero no llega para encender la estufa. Está sola. Se ha encerrado en sí misma para protegerse y no tiene con quien hablar, no quiere. Así que cuando manda una carta a la familia que una vez la acogió y empieza a recordar, entra de alguna forma en calor, atisba cierta esperanza. ¿De qué? De algo, lo que sea, del reencuentro con el primer amor, de una ilusión por pequeña que sea, algo que la saque de esa parálisis, un movimiento, la vida.
Por E. S.