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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Verdugo y víctima – El Correo – 15 de abril de 2023

En los últimos doscientos años, la historia de Johann Christian Woyzeck ha viajado de los juzgados de Leipzig a Broadway, pasando por las vanguardias, los teatros de ópera y los cines. El desgraciado barbero es uno de los arquetipos del criminal que a su vez ha sido víctima de la sociedad, haciendo de su condena un complejo asunto moral y político. Todo se debe a una obra de teatro inconclusa del romántico Büchner escrita una década después de la ejecución de Woyzeck. En la ebullición de locura y violencia de ese texto encontró suelo fértil el expresionismo alemán. Así nació un tema que llega hasta esta novela en la que el sueco Steve Sem-Sandberg parece conectarlo con cierto tremendismo nórdico que se diría en boga últimamente.

La novela comienza alternando informes judiciales e interrogatorios con la mirada alucinada y confusa de un Woyzeck que asegura haber escuchado en su cabeza voces que le obligaron a matar a la viuda Woost. El reo es una criatura acorralada que oscila entre la inocencia y la estupidez pero que no desconoce los extremos de la furia. En su celda es consciente de su crimen pero no de su explicación. Alrededor de Woyzeck hay constantemente gente que lo señala desde una altura superior, a veces para juzgarlo y a veces para reírse de él. El mantenimiento de esa tensión fragmentaria y pesadillesca complica de algún modo el propósito del autor, que es reconstruir la vida de su protagonista de un modo más pormenorizado de lo habitual, buscando al personaje histórico bajo el brillo, en este caso patético, de la criatura literaria. El camino que lleva a Woyzeck de la cuna al patíbulo es una penosa sucesión de abusos, desempeños humillantes y falsas esperanzas románticas que desembocan sin falta en estallidos de burla y humillación. La mezcla de desventura y violencia es característica y el lector español termina fantaseando con una desviación del canon: el Lazarillo asesinando al Arcipreste para terminar como Pascual Duarte. Si la sucesión de injusticias se hace en el texto fatigosa, hay un tramo de la novela que en cambio resulta vivísimo. Es aquel en el que se describe la participación del protagonista en las guerras napoleónicas, que le llevarán hasta el frente ruso. Woyzeck es carne de cañón desorientada en medio de un conflicto salvaje a cuyo detalle cotidiano Sem-Sandberg consigue descender con fuerza y precisión. Si en el ‘Woyzeck’ de Werner Herzog latía un mensaje antibelicista, esta novela lo extiende y pormenoriza con enorme fuerza e interés.

—Pablo Martínez Zarracina, El Correo, 15 de abril de 2023