En esta distopía nadie lee… porque ya no saben, han perdido todos los libros.
El jueves pasado fue el último día de agosto de 2023: el último día de agosto del año 2023. Esa frase, en mi niñez, solo tendría sentido en la ciencia ficción. Y, sin embargo, yo iba en vaqueros y camisa, por la calle, a tomar algo, después de aparcar un coche que, en esencia, seguía siendo como los de hace cuarenta años. Nada de naves voladoras, nada de zapatos con motor, y la misma caña de cerveza.
El único elemento nuevo era el móvil de mi bolsillo. Tan nuevo que aquella ciencia ficción nunca lo previó –en Regreso al futuro aparecían cabinas de teléfono–.
Desde que lo leí hace un par de años, no he recomendado ningún libro tanto como Sinsonte, de Walter Tevis. Un libro de ciencia ficción que se publicó en 1980 y yo tengo en Impedimenta –esa preciosidad–, en traducción de Jon Bilbao. Y en el que se cuenta una historia ambientada en un futuro lejano –posterior a este 2023–, en el que una humanidad que ya no necesita trabajar, pues hay robots que realizan todas las tareas, desde las más elementales y físicas hasta las gubernamentales, parece dirigirse hacia su desaparición, décadas después de haber perdido la capacidad de interactuar personalmente, de involucrarse en cualquier problema, de observar, de actuar y de pensar. Una humanidad cuyos individuos viven anestesiados por las drogas y aislados en un permanente estado de ocio que emplean, entre otras cosas, en mirar pantallas donde sonidos, luces y colores sin significado, pero pensados para llevar a cabo esa función, los mantienen entretenidos. Aunque Tevis tampoco supo imaginar los móviles, ¿no les recuerda a nada?
En esa distopía nadie lee, tampoco. Pero, a diferencia de nuestros hijos, no porque no quieran, sino porque ya no saben. No saben leer, han perdido todos los libros, y toda la información que les llega -que, por supuesto, no exige de ellos esfuerzo alguno- está pensada y elegida para que nada cambie. ¿Sigue sin resultarles familiar?
Tevis debió de ser una persona sumamente interesante. Además de esta novela, escribió, entre otros, los relatos que sirvieron de base para los guiones de El buscavidas, protagonizada por Paul Newman, o la serie Gambito de dama. Y Sinsonte es muy, muy interesante. No se trata tan solo de una crítica social, sino de una llamada de atención sobre la pérdida de la individualidad, y una reivindicación de las dos cualidades que, sobre todas las demás, nos hacen humanos: la inteligencia y el amor. —Fernando Soto, Diario de Ferrol