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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La literatura del este europeo, tras la caída del Muro y de la guerra – La Nación – 9 de septiembre de 2023

El Museo de la Rendición Incondicional fue publicado originalmente en 1997 –se tradujo un año más tarde– y transformó a Ugrešić, que murió hace unos meses, en vocero de la desintegración de todo un país. La guerra de Yugoslavia –en rigor las guerras, dado que se trató de una serie de conflictos eslabonados– fue el coletazo más salvaje del desmembramiento de la URSS, haciendo de quienes hasta entonces habían sido hermanos, enemigos de sangre.

Ugrešić, exiliada entonces en Berlín, elige no contar el fratricidio –quizá porque todo se halla demasiado fresco todavía en su memoria y en su ánimo– sino que recompone, a partir de la idea del collage, las piezas dispersas de la existencia de su narradora-protagonista, álter ego apenas disimulado. Una de las pocas excepciones es la referencia al breve y conocido episodio del general serbobosnio Ratko Mladic, el genocida que durante meses asedió a Sarajevo pero que, antes de volar por los aires la casa de un conocido, tuvo la delicadeza de llamarlo y concederle cinco minutos para que juntara sus álbumes de fotos.

Las fotos son, precisamente, uno de los hilos conductores de una “novela” que en cierto sentido no tiene norte, y cuyo presente aparenta situarse en un tiempo muerto, un tiempo que puede leerse como de espera o transición.

Esa falta de jerarquías y de perspectiva caracteriza, a su vez, los álbumes de fotos de la madre de la protagonista, sucedáneos del pequeño bolso que había atesorado desde su lejana juventud en Bulgaria –en una ciudad llamada Varna que entonces ostentaba el nombre de “Stalin”– cuando aquel ya no pudo dar lugar siquiera a un alfiler. “En qué pensar sino en el pasado”, escribe la madre en su diario, pero clasificar ese pasado, ordenarlo y devolverle una lógica, acaso resulte demasiado doloroso. A propósito de otra época y otra nostalgia, lo es sin duda para la narradora, que acumula montones de imágenes en un cajón que ni siquiera abre y al que le llegará su momento, dice, “algún día”. —José María Brindisi, La Nación