«Cuentos inquietantes», de Edith Wharton, me ha hecho sentir desde la primera página que tenía en mis manos una lectura diferente, exquisita, que no podría abandonar.
Con traducción y prólogo de Lale González Cota quien nos dice, entre otras cosas, que a la autora no se le reconoció en su momento suficientemente la maestría en el relato de suspense y de terror. Afortunadamente ahora podemos rectificar la injusticia.
El volumen consta de diez cuentos, una magnífica presentación y unas ilustraciones sugerentes. Nos vamos a encontrar en él historias muy diferentes en las que la mujer tendrá un papel importante. Son personajes inquietantes, generalmente de la alta sociedad, llenos de encanto y belleza en muchas ocasiones, pero manipuladoras y amorales si es necesario.
Vamos a ver de forma muy breve estas historias.
La plenitud de la vida.– Se pregunta nuestra protagonista: ¿a quién le interesa la intimidad de una mujer? Desde luego no a tu compañero, por muchos años que lleves con él. ¿Puede la belleza hacerte descubrir la infelicidad? ¿Encontrará en otra vida al “alma gemela”?
Un viaje.– El matrimonio representó para ella poder disfrutar de las cosas que hasta ese momento la vida le había negado. Pero una vez más no ha recibido lo que esperaba, piensa con resentimiento en el vagón de tren mientras escucha los estertores de su marido. ¿O tal vez se lleve la última sorpresa?
Un cobarde.– Tal vez la culpa que arrastras desde tu juventud le haga pensar que es un cobarde. Pero ¿se ha parado a meditar en qué se ha convertido su día a día? ¿Qué grado de heroísmo es necesario para cargar con el peso?
La duquesa orante.– Hay villas ocultas entre cipreses que resultan impenetrables como la muerte. ¿Dónde ha ido a parar la alegría de la bella duquesa? ¿Qué fue de ella?
La misión de Jane.– Tal vez, una vez conseguidos, tus sueños puedan convertirse en una pesadilla, piensa a estas alturas nuestra ya no tan simplona esposa del señor Lethbury.
Los otros dos.– ¿Esconderá esta encantadora y dulce criatura –dos veces divorciada- un monstruo en su interior? Se pregunta su tercer marido. ¿Será cierto lo que de ella le han contado?
El mejor hombre.– El gobernador de Midsylvania descansa feliz tras su éxito electoral. Su vida personal y profesional es digna de envidia. Su bella y encantadora esposa hace multiplicar su escaso presupuesto. ¿Es envidia o realidad lo que va saliendo a la luz? ¿Qué poder tiene realmente ella?
El veredicto.– ¿Ha sido su talento artificial, mero fruto de la alabanza de las mujeres? ¿Debe aceptar la mediocridad? ¿Han asesinado sus sueños y algo más? ¿Qué esconde el boceto?
Después.– ¿Puede habitar una casa un fantasma diferente y maléfico? Ned y Mary son un joven matrimonio que se lo toma a broma, pero sus pesadillas acaban de empezar. No se deben subestimar las fuerzas ocultas.
La botella de Perrier.– No te dejes deslumbrar por la bella casa en medio del desierto, por su pozo y por la romántica luz de luna que contemplas desde tu terraza. Puede esconder sórdidos secretos que te apresarán.
Gran número de estos Cuentos inquietantes han permanecido inéditos hasta ahora. La editorial Impedimenta nos presenta una edición cuidada, magnífica traducción de Lale González-Cotta e ilustraciones en cada cuento. Como antes dije, su lectura es un placer: la autora maneja con maestría el humor negro, los miedos y el poder de fuerzas ocultas que esconde nuestra propia mente. Con su pluma transforma lo cotidiano en algo inquietante, el mundo oculto se entremezcla con lo ordinario. Los fantasmas viven en nuestro interior y a veces logramos sacarlos a la luz.
Sus mujeres son fuertes, manipuladoras e incluso la simpleza de alguna de ellas esconde una brújula que sabe marcar el camino del que no se desviarán un ápice, caiga quien caiga. Los hombres son esclavos de los convencionalismos, del miedo al escándalo, a no saber manejar la situación, al ridículo. Cada historia te mantiene en tensión, sentirás un escalofrío y sabes que en cualquier momento la tranquila apariencia de lo narrado puede convertirse en un infierno. He disfrutado con su lectura.
Marisa Caballero