Sonia Devillers muestra en Los exportados cómo Ceausescu vendió a miles de judíos
Judíos cambiados por cerdos. De la mejor raza. Decenas de miles de judíos rumanos fueron desde los años cincuenta y durante décadas intercambiados por el gobierno comunista para permitirles abandonar el país. Primero por animales “de alto rendimiento”. Luego, por dinero. Inicialmente, como si fuera una broma macabra, se les intercambió por los cerdos que tenían prohibidos. También por vacas frisonas, granjas mecanizadas de pollos y ovejas australianas. Más tarde, por entre 2.000 y 50.000 dólares según edad y profesión. Un dinero pagado sobre todo por los servicios secretos israelíes. Los judíos fueron en época de Ceausescu el segundo producto de exportación de la empobrecida Rumanía tras el petróleo. Familias enteras, como los abuelos, la madre y la tía de la periodista francesa Sonia Devillers, que une memoria familiar e historia en el doloroso, poético y preciso Los exportados (Impedimenta).
Un libro en el que lo denigrante de esa venta queda eclipsado por el horror inimaginable y atroz que sufrieron, años antes, cientos de miles de judíos rumanos en la segunda Guerra Mundial, durante el régimen del mariscal Antonescu, a manos de sus compatriotas, sin necesidad de Hitler.
Un holocausto rumano con pogromos en Bucarest o Iasi, en la que los que lograron escapar acabaron en trenes de mercancías cuyos vagones no dejaban pasar ni aire ni luz. De ellos salieron más de 5.000 cadáveres. “La idea de los trenes de la muerte, otra innovación rumana”, ironiza Devillers. En Odesa, ocupada durante la guerra por tropas rumanas, colgaron a 8.000 judíos de farolas y balcones. A otros 4.000 les pegaron un tiro en la nuca.
Y caído el régimen pronazi de Antonescu, los comunistas rumanos no tardaron en las purgas antisemitas y en expulsar de los trabajos y del partido a los judíos. Que quisieron emigrar en masa. Se les bloqueó la salida hasta que se vio el negocio. “Había unos 750.000 judíos en Rumanía antes de la guerra. La mitad murieron en ella. De los 350.000 que quedaron, al caer Ceausescu quedaban 10.000. Es la historia de un país vaciado de sus judíos. Primero deportados, luego exportados”, dice Devillers.
Ella conoció la historia del intercambio de su familia gracias al trabajo del historiador Adu Ioanid. “Para mi madre fue un shock. Sabía que habían pagado 12.000 dólares por la familia, pero no el intercambio por cerdos. Yo necesité entender mejor quiénes eran mis abuelos en Rumanía, su historia, su exclusión del partido”.
El negociante que creó la red de intercambio con la Securitate rumana era un judío británico, Henry Jacober, del que no está claro cuánto se enriqueció. Comerciaba con animales y maquinaria con una Rumanía que no podía pagar. Hasta que llegó el trueque. En el caso de la familia de Devillers una amiga puso el dinero que compró cerdos en 1961. Con la llegada de Ceausescu, solo serían dólares. “Al llegar al poder y descubrir este tráfico está enfadadísimo: si se descubre la reputación del país se ensuciará. Echa al intermediario. Pero en dos años necesita desesperadamente el dinero y pone el tráfico en marcha con los mismos. Aquí el Mossad entra en danza: amenaza a Jacober físicamente para prohibirle seguir haciendo negocios por su lado. Israel necesita población y hay una gran comunidad judía en Rumanía, aunque es un dilema para ellos que intervenga el crápula Jacober, el que tiene los mejores contactos”.
En cuanto al antisemitismo del régimen comunista, señala que el partido, al que tras la guerra entraron muchos milicianos fascistas, “reescribió la historia, hizo de todo por borrar la herencia fascista” de un país en el que entre las guerras mundiales, recuerda, “nace la Legión de san Miguel Arcángel, un movimiento autoritario, fascista y antisemita, el segundo movimiento fascista de Europa. Y en 1937 Rumanía es el segundo país tras Alemania en promulgar leyes raciales”. Y concluye recordando que Antonescu “logró de los nazis el derecho a arreglar él mismo el tema judío del país. Fue una masacre de una atrocidad sin precedentes. Y la responsabilidad pertenece por entero a los rumanos. Eso fue borrado y hoy al país le cuesta hacer frente a su pasado. El antisemitismo sigue presente. Y la ignorancia respecto a la historia de los judíos es inmensa”.
—Justo Barranco, La Vanguardia, 2023