cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Astronautas», de Stanislav Lem

«Y es que en la ciencia ficción, y en esta novela en concreto, uno casi no advierte que está observando lo que una mente puede crear, alterar, imaginar o incluso destruir, porque lo que observa es una buena historia».

¿Cómo se mide la importancia de un libro? Quiero decir, ¿cómo podemos explicar lo que un libro nos dice y que, a pesar del tiempo transcurrido, sus elementos no pierdan ningún tipo de valor? No son pocos los que, según los años pasan, opinan que un libro que contenga fallos en su argumento debe ser revisitado y puesto al día. Pero, ¿es eso necesario? ¿La literatura no debe corresponderse a una época y nosotros, cuando la encontramos, observarla como lo que es y simplemente disfrutar? Astronautas es la primera novela de Stanislaw Lem, autor de ciencia ficción reconocido entre los círculos de este género y del que no hay ninguna duda sobre la valía de sus obras. El tiempo, como sucede en todos los ámbitos, deja marcas que son imposibles de borrar y a pesar de las imprecisiones y de los posibles errores que haya en esta novela, uno se encuentra con ella y se mete de lleno en un viaje tan extraordinario como emblemático donde poco importará que los siglos sean completamente diferentes entre la realidad y la imaginación porque, en un universo donde todo cambia y nada permanece impasible, la literatura nos enseña a rebajar nuestro ritmo, escuchar el sonido de una página pasando, y descubriendo aquellos placeres que nos habían pasado desapercibidos hasta entonces.

La humanidad ha dejado atrás todo tipo de capitalismo y ha logrado un equilibrio sostenible en el planeta. Las investigaciones llevadas a cabo en la siberiana Tunguska da como resultado el viaje de una nave que debió estrellarse en la zona. El Gobierno decide realizar una expedición al planeta Venus donde los humanos encontrar los vestigios de una civilización más avanzada que la nuestra.

La ciencia ficción, creo, no ha vivido un tiempo más esplendoroso que este. Siempre se ha reconocido a este tipo de historias como el género menor frente a la novela más clásica. Por ello, encontrarse con una edición inédita hasta ahora en castellano de Astronautas es algo que se agradece, se mire por donde se mire. Y no me considero un experto en la materia, pero Stanislaw Lem consigue algo que, para mí, es extraordinario: que la lectura se convierta en un pasatiempo enriquecedor. Los conceptos tecnológicos, los principios de astronomía, de física, en sus manos, se nos presentan como una especie de novela dentro de la misma novela, contribuyendo en todos los puntos a que nos recreemos con todo aquello que, su propia imaginación, creó cuando todos nosotros casi no sabíamos dónde nos encontrábamos nosotros en el universo. La ciencia ficción, al fin y al cabo, no deja de fijarse en el propio ser humano para poder echar la vista mucho más allá y comprender que, lo que hay al otro lado, a años luz de nosotros, es un territorio tan inexplorado como proclive a crear algunas de las mejores historias del género que se hayan creado hasta la fecha.

Sorprende, por tanto, que Astronautas se creara muchos años atrás y que, repito, a pesar de sus imprecisiones o errores de cálculo, tuviera esa visión tan acertada de muchos de los conceptos que predominan en pleno siglo XXI. Stanislaw Lem partió de una base, recreó lo que su imaginación le proporcionaba – no sin atender a las críticas políticas disfrazándolas de historia de ciencia ficción – y ahora llega a nuestras manos como un divertimento digno de un creador como él. Parecerá mentira pero este es mi primer acercamiento a su obra, como si el destino hubiera querido que su primera novela, ese principio que llegó en sus días, sea ahora el inicio de un descubrimiento por mi parte. Y es que en la ciencia ficción, y en esta novela en concreto, uno casi no advierte que está observando lo que una mente puede crear, alterar, imaginar o incluso destruir, porque lo que observa es una buena historia. Y las buenas historias, todo lo sabemos, hay que buscarlas demasiado para encontrarlas.

Sergio Sancor