Lo saben —y lo disfrutan y admiran— muy bien quienes ya la vienen siguiendo desde hace tiempo: entrar en un libro de Iris Murdoch (Dublín, 1919-1999) no sólo es entrar en un endiablado a la vez que angelical juego que incluye altas y bajas pasiones a vertiginoso ritmo de una comedia de (sino malas, por lo general reprochables) costumbres, sino también a todo un entramado en el que la filosofía sin tiempo se funde elegantemente con lo más sublime del teatro isabelino y el de la Restauración.
Es decir, en lo de Murdoch suceden muchas cosas porque, antes y después, se piensan y se reflexionan muchas otras. Así, de nuevo, en este oportuno rescate con nueva traducción de ‘Una cabeza cercenada’ —su quinta novela, publicada en 1961— ‘Dame’ Iris vuelve a ser una perfecta cruza entre científica loca, ajedrecista implacable y directora de escena siempre dispuesta a divertirse primero y, enseguida, divertirnos con la alquimia de movedizas arenas a los que suele someter siempre a sus sufridas pero, a la vez, curiosamente alegres criaturas.
Así, el funerario título de esta novela —que alude a la petrificante cabeza de la Medusa— preanuncia a un/otro característico y murdochiano elenco de personajes entre paralizados y centrifugados por los giros de sus frágiles certezas. Otro/uno de sus característicos vaudevilles de ideas en los que —de nuevo— incómodos hombres y mujeres de acomodada clase media, entre la ‘country house’ y el campus universitario, se creen y sienten muy civilizados, pero en verdad están demasiado cerca del rito pagano puesto al día.
Todos juntos entonces anticipando ya el desenfreno de la revolución sexual que, por momentos, recuerda —con modales diferentes pero parecidas intenciones— a sus contemporáneas farsas sátiras y satíricas de John Updike al otro lado del océano. Ya saben: la puesta en escena y agridulce exhibición de buenas personas súbitamente comportándose de modo más que reprochable.
Como bien apunta el especialista y biógrafo de la autora en su ensayo ‘The Saint and the Artist’, «uno de los problemas de analizar y discutir la siempre compleja obra de Murdoch —donde todo parece pasar por la recurrencia de ciertas acciones — es que, por lo general, su mensaje acaba siendo no otro que un tan sencillo como indiscutible Nadie es perfecto». Por su parte, en ‘Degrees of Freedom: The Early Novels of Iris Murdoch’, la narradora A. S. Byatt destaca, casi como telón de fondo, una suerte de subliminal duelo intelectual entre Freud y Sartre.
Y no importa tanto el argumento: matrimonio maduro y fatigado, joven amante para él y amante psicoanalista para ella, la siempre funcional figura del hermano/hermana ligeramente disfuncional, divorcio como Big Bang para el renovado emparejamiento de parejas disparejas y característico reagrupamiento murdochista en el que todos parecen asomarse a los afilados bordes del escenario/acantilado para un último y declamador saludo. Importan, sí, los argumentos.
De algún modo, uno de los títulos más ‘cómicos’ pero no por eso menos ‘morales‘ de la autora mientras se espera la demorada traducción de sus últimas obras maestras (‘The Pilosopher’s Pupil’, ‘The Good Apprentice’ o ‘The Message to the Planet’) que, además, de graciosas y didácticas, resultan más cósmicas y ominosas.
Mientras tanto y hasta entonces —no es poco, es mucho, una vez más, de nuevo— otra de Murdoch.
—Rodrigo Fresán, ABC Cultural