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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En estas largas tardes de invierno, el lugar es un cuarto caldeado, un sillón orejero frente al ventanal; la música, el golpeteo de la lluvia contra las ramas desnudas; el objeto, un libro exquisito. Si es de esos que narran historias siniestras, que hablan de fuerzas demoníacas y espíritus errantes, y susurran conjuros misteriosos, tendrán entre sus manos una de las obras más inquietantes publicadas por Impedimenta.

Solsticio siniestro: Cuentos para las noches más largas reúne una selección de doce relatos de terror invernal. Todos ellas cortos, impecables, escritos por maestros del género, cuyo denominador común es la excelencia literaria. Aunque no todos se ubican temporalmente en la era victoriana, sí comparten el ritmo de lo oscuro, el frío de las noches cerradas y el murmullo de los fantasmas.

Abre la antología una de las grandes, Daphne du Maurier (1907-1989), con un insólito cuento titulado El manzano. La autora de Rebeca, narra en esta ocasión “la historia de un viudo que, sin llegar a celebrar la muerte de su esposa, no encuentra el modo de llorarla. Con el transcurso de los meses, se ve atraído por dos manzanos de su jardín: uno joven y delgado, otro siniestro y amenazante”. Le sigue Lettice Galbraith (La habitación azul), una autora misteriosa por naturaleza cuya efímera producción se recrea en historia de fantasmas y acontecimientos sobrenaturales. Las historias de Elia Wilkinson Peattie, W. J. Wintle, E. Temple Thurston, James Turner, Margery Lawrence, H. Russell Wakefield, Frederick Manley, Muriel Spark y Robert Fordyce Aickman mantienen la tensión y provocan escalofrío tras escalofrío, hasta que Hugh Walpole asesta el golpe final junto a El señor Huffam.

Traducidos por Ce Santiago, Olalla García, Enrique Maldonado Roldán e Isabel Márquez Méndez, la recopilación incluye una breve biografía del autor y su obra justo antes de comenzar cada uno de los relatos.

La antología, como apunta la propia editorial, “es un homenaje a la literatura gótica y a las grandes plumas del género: Daphne du Maurier, Hugh Walpole, Robert Aickman y Muriel Spark. Al tiempo, rescata los nombres, no tan conocidos, de notables maestros de la literatura victoriana y del siglo XX. Historias que transitan de forma magistral la fascinante y sombría frontera entre la vida y la muerte. Una deliciosa oda a lo escalofriante y a lo extraño”. Sin duda, una magnífica elección para los amantes del terror victoriano en la mejor época del año para disfrutar del mismo. Porque, seamos sinceros, en verano la oscuridad pierde fuelle y los relatos góticos no provocan tanto miedo.

—Ana M. Serrano