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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La recuperación por la editorial Impedimenta de la obra de Maryse Condé y su poderosa literatura caribeña está permitiéndonos a muchos descubrir a una escritora de largo recorrido (sus primeros trabajos son de 1972), prolífica, con mas de treinta libros entre ensayo, teatro y novela y de exquisita brillantez que la han consagrado como una de las grandes autoras francesas gracias a su narrativa realista e impregnada de sinceridad y de gran crudeza. En sus novelas y ensayos Maryse Condé ha retratado sin inclemencia los estragos del colonialismo en los países africanos y caribeños, la dureza de las condiciones de vida de las personas de raza negra y la indiferencia de Occidente por estas devastaciones.

Impedimenta abrió con ‘Corazón que ríe, corazón que llora’ su propósito de dar a conocer en España la obra de Condé; le han seguido cinco títulos más. El último, que es también una de sus últimos trabajos, acaba de aparecer. Es ‘Historia de la mujer caníbal’, un pequeño tesoro literario en el escenario de la Sudáfrica liberada del apartheid y la desolación de una mujer negra que acaba de perder al marido y se enfrenta a la soledad, a la incomprensión y el rechazo de los que le rodean.

Rosélie Thibaudin, una joven pintora no querida por sus allegados, dejó su Guadalupe natal para ir a Francia antes de seguir a su primer amante jamaicano a Sudáfrica, quien la abandonó. Luego se enamoró de un inglés, Stephen, especialista en Keats, a quien siguió a Estados Unidos, Japón y luego a Ciudad del Cabo. Fueron veinte años del amor más perfecto según Rosélie, hasta que Stephen fue asesinado una noche en la calle. Habáa vivido a su sombra y ahora se sentía frágil como una adolescente.

El drama personal de Rosélie, desconcertada tras el asesinato de Stephen, su compañero de vida, se entrelaza con el de la Sudáfrica post-apartheid, donde los jefes en el poder han cambiado, también su color de piel, pero no las mentalidades. Es un país que, tras el apartheid, se encuentra ante una serie de problemas difíciles de resolver y desgarrado por una historia hecha de los conflictos raciales.

La novela sigue los recuerdos de Rosélie, una mujer con emociones complejas y difíciles de entender a veces. Aunque ha viajado por el mundo, Rosélie sigue siendo una mujer en el exilio que vive a la sombra de quienes compartieron su vida. Su historia con Stephen, compuesta de viajes, cenas sociales y otras festividades, tenía aires de cuento de hadas pero la realidad es bien distinta. Los elementos de la investigación sobre la muerte de Stephen le harán darse cuenta de que su vida no era en absoluto como la imaginaba. En realidad, las revelaciones a las que se enfrentará no son del todo ciertas, pero le impactan moralmente pues ella había elegido vivir en la ignorancia de la verdad. Mas aún, el comportamiento de los que le rodean le permite descubrir con gran decepción la verdadera realidad de las relaciones interraciales y sus equívocos.

A partir de aquí surge el inteligente artificio de esta historia, el de una mujer que debe encontrar su identidad artística perdida, fagocitada por el poderío masculino del mundo artístico, y debe hacerlo ademas en el laberinto de su exilio.

Surge así la comprensión del título: ‘La mujer caníbal’. Maryse Condé se refugia en la tesis del famoso Manifiesto caníbal del poeta brasileño Oswaldo de Andrade: «Solo la antropofagia nos une: socialmente, económicamente, filosóficamente. Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todo los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz». Se trata de un canibalismo artístico, de antropofagía cultural, que permita apropiarse de la cultura dominante masculina y hacerla suya.

Rosélie encuentra para ello la ayuda y el ejemplo de Fiéla, la mujer caníbal, famosa porque mató a su marido y lo ‘canibalizó’. Fascinada por la historia, Rosélie entabla un diálogo mental con esta mujer, que logrará su transformación.

Así poco a poco Rosélie logra finalmente volver a entregarse a su pasión juvenil, la pintura. Ella también se convierte en la mujer caníbal. ¿Devorar o ser devorada? – parece ser la pregunta que se hace Rosélie –. La respuesta, que le permite recuperar su propia identidad, está en la pintura.

En última instancia Condé nos habla de la identidad cultural del artista poscolonial, que sólo puede enriquecerse a partir del otro y esto le acarrea la acusación de canibalismo cultural, un dilema que resulta aún más pesado en el caso de las mujeres, más aún si son de color.

—Javier García Recio