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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La ciudad prometida», Valentina Şcerbani en Página Dos — Rtve — 24 de enero de 2024

La protagonista de La ciudad prometida (Impedimenta) es la joven Ileana, insegura y retraída, criada por sus tías. Se aferra a la idea de volver a ver a su madre, gravemente enferma. La maestría narrativa de Valentina Şcerbani (Glodeni, 1988) consigue crear una atmósfera obsesiva, siempre con la imponente presencia del paisaje de fondo, una lluvia impenitente y unas relaciones humanas complicadas en un pueblo de pasado comunista.

En ‘Página Dos’, programa disponible en RTVE Play, la autora habla acerca de la protagonista de la novela: «Esta es una historia de pérdida, pero también de encontrar fuerza en el dolor, en la vulnerabilidad y en la sensibilidad. Mientras la novela crecía, yo juzgaba a esas mujeres, pero durante el proceso entendí lo duras que eran sus vidas».

La escritora moldava Valentina Scerbani estudió Mediación Cultural Mediterránea en la universidad Ca’Foscari de Venecia, con especializaciones posteriores en Barcelona y Montpellier. Después de iniciar su trayectoria profesional como periodista, se inició en la literatura en 2019. Su primera novela recibió una acogida excepcional en su país, donde obtuvo el Premio Debut de la Asociación Nacional de Escritores. Actualmente, la autora vive en Chisináu, donde trabaja para UNICEF.

Literatura de la URSS

Las pesadumbres en las antiguas repúblicas soviéticas nos siguen dejando buenos títulos a los que vale la pena acercarse, como esta historia sobre cuatro niñas viviendo de cerca la violencia y la precariedad durante la independencia de Georgia: La luz perdida (Alfaguara), de Nino Haratischwili. También esta novela coral de Liudmila UlítskayaUna carpa bajo el cielo (Automática), que sigue las vidas de tres jóvenes hasta el desplome de la URSS.

La editorial Nórdica, por su parte, acaba de publicar el discurso del Nobel de la pensadora bielorrusa Svetlana Aleksievich.

Discurso del Nobel de Svetlana Aleksievich.

«A los niños nos gustaba jugar en la calle, pero por las tardes nos atraían como imanes los bancos junto a las casas, donde se reunían las mujeres agotadas. Ninguna de ellas tenía marido, padre o hermanos; no recuerdo que hubiera hombres en el pueblo después de la guerra. Nuestro mundo infantil de después de la guerra era un mundo de mujeres». 

—Marta Domínguez