Atribuía el poeta y traductor al castellano de la Comedia Ángel Crespo a Dante Alighieri un «cierto olor a azufre en toda su persona» que perjudicaba —y perjudica— la recepción y el disfrute de la monumental obra del genio florentino. Ese hedor hoy se ha extendido de forma preocupante —casi epidémica, diríase—a otros autores y otras obras literarias, y no solo literarias, también filosóficas o artísticas, porque el lector —cómodamente masajeado por el exceso de imágenes y mensajes masticados que le procuran las pantallas, internet y las redes sociales— no halla en su faltriquera paciencia ni capacidad de concentración suficientes para enfrentarse a ciertas obras de arte y a ciertos textos del pensamiento, la poesía e incluso la novela, a poco que exijan un mínimo compromiso. Por eso se antoja tan oportuno el nuevo trabajo gráfico de la dibujante francesa Catherine Meurisse (Niort, Deux-Sèvres, 1980), titulado Humana, demasiado humana y que publica en el mercado español el sello Impedimenta, en su colección El chico amarillo. Con su bien medida y mejor administrada mezcla de ternura y mala leche —de la que ya hizo gala, por ejemplo, en La levedad y Los grandes espacios—, pasa por el tamiz de su frescura algunos de los filósofos más renombrados de la historia —Spinoza, Hobbes, Pascal, Voltaire, Deleuze, San Agustín, Aristóteles, Nietzsche, Cioran, Thoreau, Marx, Hegel, Maquiavelo, Sartre, Kant…— para quitarles solemnidad (y rebaja el olor a azufre) a sus propuestas y sacudirles por cómo sus visiones del universo con frecuencia han postergado a la mujer, y sus desvelos íntimos o cotidianos pero también sociales. Meurisse encara conceptos e ideas con rigor pero también con un desenfado —y una buena dosis de ironía, en ocasiones— y una naturalidad necesarios, que favorecen una deseable humanización de las ideas.
—H. J. P.