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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Humana, demasiado humana»: la filosofía como ironía — ABC — 4 de marzo de 2024

Catherine Meurisse (Niort, 1980), está demostrando que la ilustración no es un arte menor. A través de los cómics que ha ido realizando como La levedad (2016), una expresión del duelo por la pérdida de sus compañeros, Los grandes espacios (2018), Le pont des arts (2019), La joven y el mar (2021) o La Comedia Literaria (2008), un álbum sobre la historia de la literatura francesa que le valió el Premio BD de Le Parisien y de Aujourd’hui, se ha convertido en una autora clave de la BD francesa actual.

Dibuja artistas, se dibuja a sí misma y ahora dibuja intelectuales, con Humana, demasiado humana (Impedimenta). Título que parte de la obra Humano, demasiado humano, un libro escrito por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, cuyo primer volumen fue publicado en 1878. Aquí, ya vemos por dónde va Meurisse al darle el género femenino al título de Nietzsche.

En este genial y desternillante cómic, hace un recorrido desde filósofos como Kant y Arendt hasta Barthes. ¿Su objetivo? Divulgar parte de sus ideas a través de unas viñetas, que son pequeñas perlas gráficas, en las que la sátira y la burla se entrelazan con el pensamiento filosófico, sin quitarle, por supuesto, un ápice de credibilidad y seriedad. Son todo lo contrario, consigue captar la atención y hacer esa demostración de aquellas ideas filosóficas, más asequibles y cercanas, tanto para el público alejado y poco conocedor de ellas, como a aquel entendido, del que arrancará una carcajada segura.

A razón de una doble página por autor, Meurisse produce una elipsis total filosófica. Desde la madre de San Agustín, gerente de un club libertino, que lleva un corsé de cuero, modelo de fé y bondad en las Confesiones, pasando por un Sócrates obsesionado con la barbacoa prevista para una noche en Delfos. «¿Qué es lo bueno? !Uy!, Un costillar de ternera así, por lo menos…», pasando por «Filosofar es aprender a morir», como dijo Montaigne. Pero a veces, ante la abrumadora inmensidad de la Filosofía, preferiríamos morir en lugar de aprender. Aristóteles, Nietzsche, Cioran, Rousseau, Voltaire, Hegel, Deleuze, De Beauvoir, Arendt, Marx… Todo un campo de las ideas abonado para que la dibujante se mofe a gusto de la predominancia masculina en el mundo de las ideas.

La Historia de la filosofía, como la de las artes, se ha escrito en masculino. Como en muchas partes, las mujeres han sido invisibles. No es el caso de Simone de Beauvoir. Lejos de la imagen del «segundo sexo», la escritora en el cómic fuma en pipa. Invirtiendo así los papeles y burlándose de los filósofos masculinos, cuyo pensamiento es a veces sexista. Meurisse permite a las mujeres escapar de ese eterno segundo plano. La única manera de hacerlo es ponerse a sí misma en escena. Meurisse, que aprendió su oficio en la revista Charlie Hebdo, salta de balcón en balcón para descifrar esas teorías a través de una ventana feminista.

Sin ser en absoluto frívola en su planteamiento tanto gráfico como didáctico, Meurisse demuestra desde una visión original y fresca, que la filosofía no rima necesariamente con rigidez, erudición y frialdad. Con sus característicos trazos que parecen rápidos, las líneas curvadas que le dan ese tono caricaturesco y el humor irónico. Consigue captar la esencia y representatividad de los filósofos antiguos y contemporáneos. Un cómic conciso de una gran fuerza y belleza artística, no solo por la magistral representación gráfica, sino por todo aquello que aporta al plasmar parte del mundo de las ideas que ha ido transformando nuestra sociedad hasta hoy. Un cómic que podría figurar en el programa de filosofía de bachillerato de cualquier colegio. ¿Por qué, no?

—Pablo Delgado