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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Acerca del robo de historias y otros relatos»: humor, delicadeza e ironía desde la periferia literaria — La Lectura, El Mundo — 22 de marzo de 2024

Se conocían sólo desde hacía unas horas, y en la terminal del aeropuerto ya no conciben separarse. Él debía entregarle un paquete para un conocido al otro lado del océano, pero lo que al final les importa sobre todo es mantener viva la conversación. ¿Un flechazo sin más?, se preguntará el lector de la nueva entrega en español de Gueorgui Gospodínov (Yambol, 1968), aparecida originariamente en 2001. Las cinco páginas del cuento Peonías y nomeolvides bastan al autor búlgaro para demostrar las posibilidades y la potencia de un relato a partir de una premisa realista que se adentra, sin transiciones ni artificios, en el territorio de lo fantástico y lo epistemológico.


«La mitad de lo que aquí se narra se apoya en cosas que han ocurrido; la otra mitad, en cosas completamente inventadas –apunta Gospodínov en un breve prólogo–, lo que viene a ser lo mismo». Es esta feliz comunión precisamente una de las señas de su prosa, que en los relatos adquiere un fulminante encanto, muy próximo a la oralidad, frente a sus novelas, más sofisticadas, cerebrales y especulativas. Y es que la conexión entre estos dos personajes anónimos cuya química les impide dejar de hablarse deviene un monumento inesperado a la imaginación, porque, al no entender cómo no se conocieron antes viviendo en la misma ciudad, deciden improvisar una memoria compartida para reparar un pasado que, si no es común, se entiende imperfecto. «¿Recuerdas cuando tú y yo…?», se dicen el uno al otro. Y es tal la intensidad que ponen en este cometido, que los recuerdos, a priori ficticios, acaban transformando sus vidas.

Acerca del robo de historias y otros relatos se suma a los títulos ya aparecidos (Física de la tristeza, Novela natural y Las tempestálidas, Fulgencio Pimentel) de este original creador que dialoga con toda la tradición europea –con afinidades reconocibles como Borges, García Márquez, Gógol o Nabokov– y nos devuelve sus temas recurrentes: la memoria, el tiempo, la tristeza, la nostalgia y el poder de la literatura. Y lo hace entre el respeto y el desenfado de quien proviene de una periferia, tanto por el pasado comunista en el cual se formó Gospodínov como en la actual Unión Europea. Estos rasgos infunden en su tono un humor compasivo y autoparódico, así como una delicadeza hacia sus personajes que su traductora, María Vútova, traslada con brillantez.

El hecho de que Gospodínov pertenezca a una generación cuyo ingreso en la edad adulta coincidiera con el fin de una época explica su obsesión por el tiempo (pasado, presente y futuro se solapan y retroalimentan), tanto en su dimensión social como íntima. «Nuestras historias personales son las únicas jugadas de las que disponemos para prolongar, aunque sea un poco, una partida con un final nunciado», leemos en El hombre de los muchos nombres, relato en el que asoma el familiar avatar del autor, Gaustín.

Gospodínov entiende sus obras como un arca de Noé en el que conviven en armonía «especies» distintas, llámense absurdo, fábula, lo onírico, lo poético, lo cotidiano o lo metaliterario. En estas páginas encontramos una reflexión sobre la condición humana desde el punto de vista de un cerdo mientras es sacrificado, un análisis del carácter nacional (alemán versus balcánico) a partir del dibujo de unas moscas en los urinarios públicos con la finalidad de dar en la diana al aliviarse, o el personaje fantástico de «Vaysha la Ciega», cuyo ojo izquierdo sólo ve hacia el pasado, y el derecho, hacia el futuro, o la historia de celos post mortem de Alma viviente. Entre la avalancha de títulos provenientes de las capitales editoriales, Gospodínov demuestra que la buena literatura no tiene nacionalidad y funciona en todas las lenguas.

—Marta Rebón