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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Con la llegada de julio, muchos trabajadores y trabajadores comienzan la jornada intensiva, lo cual significa que las tardes se abren a nuevas posibilidades de ocio y disfrute. Entre ellas, la lectura en un lugar tan propicio para ella como una piscina. Entre baño y baño, un libro es el compañero perfecto para esas tardes de calor. Para esas ocasiones, nada mejor que un libro que se pueda leer en una sola tarde, una experiencia completa de lectura condensada en unas pocas horas. Seleccionamos breves recientes perfectos para una tarde de piscina.

Libros breves de autores consagrados

Los vericuetos de la memoria, el amor y la reflexión sobre la propia vida son los temas ya clásicos del francés Patrick Modiano En Memory lane, el Nobel de Literatura evoca recuerdos de su juventud con el acompañamiento de las ilustraciones de Pierre Le-Tan. El italiano Erri de Luca, por su parte, es conocido por su finura emocional y su compromiso. En Las reglas del mikado nos presenta una improbable historia de amor entre dos personas dispares, una joven gitana que huye de su familia y un relojero. Y Ales junto a la hoguera es un libro perfecto para adentrarse en la obra de Jon Fosse, el Nobel de este año. Pese a su brevedad, se adentra en los temas fundamentales: la memoria, el amor y la pérdida.

Libros sorprendentes para una tarde de verano

Una obediente esposa surcoreana comienza a tener terribles pesadillas que la llevan a imponer en su hogar una dieta estrictamente vegetariana, para sorpresa de su marido. Ese es el comienzo de La vegetariana, de Han Kang, que lleva a su protagonista a un proceso subversivo. También perfecto para una tarde estival es Por así decirlo, de J. Á. González Sainz, cuatro relatos o “divertimentos” que indagan con humor en la vida contemporánea y sus grandes fallas. Para terminar, la recuperación de un texto iniciático de Iris Murdoch. En Algo del otro mundo, su protagonista se abre paso en la edad adulta confrontando deseo y realidad.

—Carlos Rey