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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

En su condición de judío polaco Stanislaw Lem padeció a lo largo de su vida casi todas las persecuciones, estigmas y maldiciones del siglo XX. Parte de su familia murió en los campos de concentración nazis; él se libró gracias a unos documentos de identidad falsos y consiguió trabajo de mecánico aunque había estudiado Medicina. Acabada la guerra llegó a ejercer de ginecólogo, pero si tenemos en cuenta el tamaño ingente de su obra, parece que pronto se volcó en su vocación literaria.

Empezó a publicar durante la etapa soviética y desde el principio tuvo problemas con la censura. Buscando el modo de evitarse problemas, encontró en la ciencia ficción el medio perfecto para colar sus diatribas. Su literatura era ‘de evasión’, con lo que podía deslizar alguna crítica más o menos velada. Lem escribió más sobre lo que pudo que sobre lo que quiso. Incluso a veces, por ejemplo en esta ocasión, tuvo que escribir al dictado de las autoridades estalinistas. La intrahistoria de esta novela queda suficientemente explicada en el prólogo, donde se aclaran los motivos por los que Lem se negó siempre a reeditarla, llegando incluso a renegar de su autoría.

Aunque tuviera sus razones, hay que decir que Entre los muertos (Impedimenta) no sólo no es una obra menor, sino que mantiene el altísimo estándar de calidad que caracteriza toda su obra. Cabe advertir al lector que hay en esta novela cierta energía poco controlada, que en ocasiones deriva en pasajes que resultan confusos. Como en las ficciones autobiográficas de otros judíos supervivientes de aquello (Levy, Grossman…), comenzar este libro es emprender un camino tortuoso y en ocasiones macabro, con la cantidad exacta de transbordos, equívocos, desengaños y experiencia que cabría esperar.

A Stefan Trzyniecki lo conocimos en la anterior entrega de esta trilogía, El hospital de la transfiguración. En el presente volumen, ha sido trasladado a un campo de exterminio. El otro protaginista, Karol Wilk, es un huérfano hijo de comunistas represaliados que desde muy niño demuestra unas capacidades intelectuales sorprendentes pero acaba de mozo en una chatarrería.

La capacidad de observación del autor es extraordinaria y su testimonio es el de un testigo directo. La biografía de Lem se refleja en el texto: las vicisitudes de los protagonistas son prácticamente idénticas a las que él mismo padeció. Son páginas como esas las que convierten la recuperación de esta novela en una gran noticia.

—Miguel Artaza