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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Walter Tevis, el escritor que cayó del espacio sobre una mesa de billar — El Cultural, El Español — 9 de agosto de 2024

«Escribo sobre perdedores y solitarios», confesó Walter Tevis (San Francisco, 1928 – Nueva York, 1984) en una ocasión durante una entrevista a The New York Times. Escritor «de segunda», según se consideraba a sí mismo, Tevis tenía algo de ambos. También de antihéroe carismático e ingenioso.

Aficionado al ajedrez, al billar y al alcohol, murió relativamente joven, a los 56 años, en un 9 de agosto algo lejano. Pero su breve producción literaria –la que los periodos de abstinencia le permitieron– adquirió cierta popularidad con varias adaptaciones cinematográficas y fue bien recibida por la crítica.

Su nombre, al menos, se encuentra tras el éxito de películas que hoy figuran en el olimpo cinematográfico como El buscavidas (1961) o El color del dinero (1987), ambas con Paul Newman, o la malograda El hombre que cayó a la tierra, protagonizada por el inimitable David Bowie.
A Tevis se le conoce hoy también por ser el artífice de Gambito de Dama, cuya adaptación como serie relizada por Netflix en 2020 alcanzó gran éxito. Una fama tardía que ha servido para que sus libros vuelvan a estar de actualidad en nuestro país gracias a Alfaguara y, particularmente, a Impedimenta, que ha apostado fuerte por recuperar a este autor del que se recuerdan más los títulos que el nombre.
Pero, ¿quién se escondía detrás de estas historias sobre ajedrez, alienígenas y tacos de billar y hasta qué punto estaba su vida relacionada con su obra?

De las pastillas al alcohol

El propio escritor siempre mostró debilidad por el protagonista de El hombre que cayó a la tierra (Alfaguara), el extraterrestre Thomas Jerome Newton que viajó a nuestro mundo para construir una nave espacial que garantizase la supervivencia de su especie.

Clásico de la ciencia ficción, para él se trataba en realidad de una «autobiografía disfrazada«. Tevis tenía apenas 11 años cuando tuvo que viajar sólo a lo largo de todo el país –desde California, la ciudad donde había pasado su primera infancia, hasta Kentucky– para reunirse de nuevo con sus padres, después de pasar algo más de un año internado en una clínica por la deficiencia cardíaca que padecía.

«Estaba flaco, débil –recordaba en otra entrevista–. Había tenido que pasar un año entero tumbado. Ni siquiera me dejaban salir de la cama para ir al baño». De su tratamiento con fenobarbital durante aquellos meses surgió la adicción del personaje de Beth Harmon, protagonista de Gambito de dama (Alfaguara), que en la popular serie fue interpretada por Anya Taylor-Joy. El escritor siempre responsabilizó a aquel medicamento de sus continuos problemas con la bebida ya de adulto.

En Kentucky, Tevis aprendió a jugar al billar, afición que seguiría cultivando el resto de su vida y que le llevó a trabajar en un salón mientras estudiaba Literatura Inglesa en la universidad, donde se matriculó después de su paso por la Marina.

Aquello influiría notablemente en su primera novela, El buscavidas (1959), una historia sobre el fracaso que contaba la vida de un jugador de billar que se ganaba la vida viajando de ciudad en ciudad. Para entonces, Tevis ya se había casado con su primera mujer, Jamie Griggs, con quien permanecería unido durante 27 años.

En 1961, Newman y Jackie Gleason, en el papel de Minnesota Fat, inmortalizaron a los personajes de The Hustler, en su título original, hasta el punto de que su creador confesó que después de aquello era incapaz de imaginárselos de otra forma. Ambos recibieron una nominación al Oscar como actor y actor de reparto, respectivamente.

Un futuro distópico

A aquella historia que adaptó Robert Rossen al cine le siguió la ya citada El hombre que cayó a la tierra (1963). Escrita en el umbral del alcoholismo –»me había recuperado de una borrachera de ocho meses para terminarla»– aquella novela trataba en realidad de cómo se convirtió en alcohólico. «Narra mi historia privada sobre mi sensación de debilidad física y mi sensación de no ser realmente humano, una cualidad que en Sinsonte puedo identificar, hasta cierto punto, como la misma cosa».

Con la diferencia de que esta última, continuaba, «trata sobre salir del alcoholismo». Entre ambas habían pasado nada más y nada menos que 17 años. Más de tres lustros de sequía literaria –salvo algún relato excepcional– que amortizó dando clases de literatura y escritura creativa y que se explican por sus grandes problemas con la bebida.

Recuperado ya de su adicción, a principios de los 80, Tevis rompió su bloqueo literario y escribió cuatro novelas más en apenas cuatro años. Aquella fue la época de mayor producción literaria para el escritor.

La primera de ellas, Sinsonte (Impedimenta), entre la ciencia ficción y el viaje de autodescubrimiento, estaba ambientada en un mundo distópico en el que los robots trabajaban y el ser humano languidecía, arrastrado por la innovación electrónica, en una escalofriante coincidencia con la actualidad. Tevis, que había observado durante sus largos años como profesor cómo sus alumnos cada vez leían menos, alertaba aquí de una sociedad donde nadie sabía leer.

En 1983, terminó Las huellas del sol, el más reciente de sus libros editado por Impedimenta, otro clásico de ciencia ficción, una sátira donde combinaba humor con distopía en un mundo inmerso en una crisis energética y sin recursos.

Aquel mismo año publicó también Gambito de dama, sobre la vida de una joven prodigio del ajedrez, Beth Harmon, «un homenaje a las mujeres inteligentes«, en palabras del escritor, basada en su propia experiencia como jugador de «clase C». Adquirida para ser llevada a la gran pantalla, el proyecto se canceló con la muerte de Tevis, apenas un año después.

The king is dead

Rodeada, tal vez, por aquel aura maldita que había acompañado al escritor, en 1992 el guionista Allan Scott compró los derechos para adaptarla al cine, pero permaneció varios años en el cajón, tras varios intentos frustrados, hasta que en 2007 Heath Ledger quiso dirigirla en lo que sería su debut como director. Pero trágicamente, como ya es sabido, el actor de Brokeback Mountain falleció también en enero de 2008.

Como el escritor, los personajes que Tevis construyó, además de ser perdedores y solitarios, eran personajes adictos y presos de sus circunstancias. «Incluso Fast Eddie en El buscavidas, aunque no está encerrado, tiene los pulgares rotos y se ve obligado a depender de Sarah», reflexionaba el autor.

Su último libro, El color del dinero (1984), era una secuela de su primer título. Aquello, quizás, debió haber hecho saltar las alarmas. Era como si fuera posible cerrar un círculo. Él mismo, dicen, contribuyó a convencer a Paul Newman para que volviera a dar vida al mítico Eddie Felson. Dirigida en 1986 por Martin Scorsese, y coprotagonizada por Tom Cruise, su interpretación en esta película supuso el primer Oscar del actor de ojos azules.

Tevis murió de cáncer de pulmón poco después de saber que Newman aceptaría el papel. Era 9 de agosto de 1984. Tenía 56 años y fumaba tres paquetes de tabaco diarios.

Para entonces se había casado ya con su segunda mujer, Eleanora Tevis, que fue representante de los derechos del autor, hasta que murió en 2016. De ella tomó el relevo la Agencia Literaria Susan Schulman. Además de sus novelas, quedaron sus más de 20 historias, que también publicará próximamente Impedimenta en un volumen de relatos reunidos bajo el incuestionable título The King is dead. ¿Se les ocurre un nombre más apropiado?

—Marta Ailouti