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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Los tres Cristos de Ypsilanti»

Comparada por muchos motivos con Alguien voló sobre el nido del cuco, Los tres cristos de Ypsilanti es uno de los más famosos y controvertidos experimentos de la historia de la psiquiatría moderna, que condujo los límites de la ética a extremos insospechados.

Verano de 1959. En el manicomio estatal de Ypsilanti, en Michigan, el joven psicólogo social Milton Rokeach decide empezar una terapia de grupo con tres internos aquejados de esquizofrenia paranoide: Clyde Benson, un granjero alcohólico; Joseph Cassel, un escritor frustrado a quien se internó cuando comenzó a agredir a su familia; y Leon Gabor, un universitario que dejó los estudios para alistarse en el ejército para luego desertar. Lo que unía a los tres es que cada uno afirmaba ser Jesucristo.

PREFACIO

Este libro cuenta la historia de tres hombres que afirmaban poseer una misma identidad y de lo sucedido en los dos años que vivieron juntos. Se trata de un proyecto científico de investigación, pero es también una aventura que vale la pena referir por sí misma. Puede que muchos se sientan inquietos o angustiados al leerla: a la mayoría de nosotros nos parece terrible que una persona no sepa quién es. Es el único estudio en el que haya trabajado jamás que ha despertado el interés de los niños. Nunca olvidaré cuando los hijos de mi vecino venían corriendo para preguntarme si los tres hombres que habían perdido la identidad y se creían Jesucristo habían mejorado algo y si ya sabían quiénes eran en realidad.

He procurado contar esta historia con el detalle suficiente como para que sea útil a otros científicos de la conducta cuyos objetivos difieran de los expuestos en los capítulos I, XI y XIX. Al mismo tiempo, debo precisar que este informe es un resumen de un conjunto documental mucho mayor, compuesto por cientos de grabaciones magnetofónicas, anotaciones personales, historiales clínicos, informes de ayudantes y enfermeros, e informes y cartas escritos por las propias personas en cuestión.

Este proyecto nunca habría culminado sin el apoyo, la activa cooperación y el estímulo de muchas personas e instituciones. Me complace expresar mi profunda gratitud al Consejo de Investigación en Ciencias Sociales por la ayuda que supuso la concesión de una beca de investigación en 1960, a la que se sumaron una subvención especial del Fondo para el Desarrollo de la Universidad del Estado de Michigan y varias ayudas anuales adicionales del Fondo de Investigación Panuniversitario.

Es un placer, asimismo, hacer constar mi agradecimiento por el aliento y la generosa cooperación de Vernon A. Stehman, doctor en Medicina, director adjunto del Departamento de Salud Mental del Estado de Michigan, y de todo el personal de Psiquiatría del Hospital Estatal de Ypsilanti. Estoy especialmente agradecido a los tres psiquiatras bajo cuya dirección se ha llevado a cabo este trabajo: O. R. Yoder, doctor en Medicina y director médico; Kenneth B. Moore, doctor en Medicina y director; y su sucesor, Alexander P. Dukay, doctor en Medicina. También quiero dar las gracias a los doctores John Olariu y Walter A. Brovins, psiquiatras, y a muchas enfermeras y enfermeros, especialmente a Caroline Gervais y a Henry Westbrook.