Ha habido que esperar llegar a este libro para celebrar la originalidad y la valentía de su autor. Hace ya cuatro años que Jon Bilbao comenzó esta aventura en forma de trilogía con ‘Basilisco’ (2020). Es una novela bastante poco habitual dentro del panorama español: un western, en el que un pistolero clásico se movía siguiendo y rompiendo las normas del género. La versión literaria del western desapareció tras el triunfo de su versión cinematográfica y en España poco teníamos que decir, a parte de que nos gustan. Pero la narración contraponía sus aventuras con las de un escritor contemporáneo cuya vida no tenía nada de legendaria. La mezcla de las dos historias era más que un simple contrapunteo. La lectura de ambas permite reflexionar sobre los rasgos y la mitología del western e iluminan el proceso creativo contemporáneo sin perder un ápice de intensidad y entretenimiento.
En el segundo, ‘Araña’ (2023), las aventuras del cowboy se hacían más psicodélicas y el juego de la meta-literatura más profundo. La figura de la madre se convierte en el eje de las nuevas aventuras y el mítico insecto del título, en símbolo y pesadilla para los protagonistas de la historia.
En ‘Matamonstruos’, la última entrega, la relación entre la ficción del oeste americano y la del escritor Jon que vive en Ribadesella es cada vez más compleja. La situación del escritor es cada vez más fantástica y la del pistolero se hace cada vez más reflexiva sobre el fenómeno de la narración.
El cine, los espectáculos circenses y teatrales que ficcionaban y exageraban las hazañas de los hombres del oeste, los periodistas que se inventaban lo que no podían ver y la necesidad de un país por crear su mitología nacional, todo afecta al protagonista.
En la actualidad del Jon asturiano, la vida del escritor se convierte en aventura, primero con su madre, luego con su padre y finalmente, con sus hijos. Asturias suena a western y, sorpresivamente, Monument Valley a la reflexión sobre el hecho creativo.
Se lee con intensidad y sorprende a cada paso. Ha merecido la pena llegar al final.
—Luis Ángel Adán León