¿Quién se atreve en la actualidad a hablar de Dios? ¿Quién después de que hayamos escuchado —desde distintas ideologías— la expresión «Dios ha muerto»? ¿Hemos sido más felices desde entonces? Solenoide, de Mircea Cartarescu, es una novela que trasciende el género, un libro que encierra una nueva visión de lo humano, en el que parece haberse creado, desde la literatura, una nueva teología.
Es un canto al horror, un grito incansable ante nuestra pequeñez de seres, al incurable sufrimiento, al dolor de despertar cada día a la conciencia, ante el diseño que algún Todopoderoso nos ha destinado sin posibilidad de huir; el cráneo es nuestra cárcel, de la que no hay salida, a no ser que un golpe impío destruya el hueso vigilante y permita escapar, a través de esa seda doliente, a una mariposa de luz desconocida.
Somos los gatos que miramos al amo, los perros que morimos en las morgues de los mundos, los niños en la escuela que son castigados, no por ser ignorantes o vagos, pobres o feos, sino por ser, por haber logrado su huida de la nada. Como el resto de los humanos, el narrador de Solenoide cuenta con la condena de estar encerrado en la cárcel de su cráneo, pero dispone de libertad para crear un libro que no es una novela, sino un plan de fuga; experiencia que le va a permitir subsumirse en «la baba de caracol» que es el cerebro con el fin de hallar ahí contacto con la mano sobrenatural, sobredimensionada, acerca de la cual solo es posible la fe.
Solenoide es un antilibro. Si eres escritor, su lectura te dará ánimos para seguir con la misión que te ha sido encomendada al haber recibido talento para dejar que el Espíritu hable a través de ti. Si eres lector, te sentirás salvado porque te reconocerás en tu conciencia y en el poder de exclamar: «¡Estoy aquí, Señor!». Se dice que, a excepción de Biblias y Evangelios, los libros no tienen sentido, pero sí los proféticos, que dan pistas sobre la posible salida, que es lo único que importa. La literatura entretiene, no salva, pero un libro sagrado es un plan de fuga. Solenoide es complejo, inspirador, recoge la contradicción, permite visiones múltiples desde nuevas perspectivas; habla de dolor, ya que nuestra naturaleza más profunda se ha mezclado con la sangre, pero también de salvación; recrea nuestra pequeñez como humanos, y, a la vez, la dimensión trascendente.
En los últimos años, Cartarescu ha sido uno de los candidatos a recibir el Premio Nobel de Literatura. En noviembre estará de gira por España —en la que se incluye a Galicia— para presentar su última novela, titulada Theodoros.
—Cristina Gufé