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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Avión de papel», el ‘postpunk’ en verso de Simon Armitage, por primera vez en español — El Cultural, El Español — 10 de noviembre de 2024

Simon Armitage (Marsden, West Yorkshire, 1963) es el actual poeta laureado del Reino Unido y ha recibido numerosos premios. Posee la Queen’s Gold Medal for Poetry y la Order of the British Empire. Además es músico, letrista, novelista, traductor y dramaturgo. Suya es la versión al inglés actual de Sir Gawain y el Caballero Verde y La muerte del rey Arturo.

Armitage trabajó como agente de libertad condicional y colabora en los medios de comunicación. Tras su paso por distintas universidades, ejerce como catedrático de Poesía en la de Leeds. Con un historial así, equivalente a la cantidad de libros publicados, llama la atención que no contáramos en España con una muestra de su quehacer. Algo que remedia esta espléndida versión de sus poemas debida a Jordi Doce, editada con sumo cuidado por Impedimenta para su recién estrenada colección de poesía.

Explica Doce muchas cosas acerca de este “poeta profesional”, “célebre y celebrado”, y de su poética. Perteneciente a la “tradición muy inglesa del poeta de circunstancias” y autor del prestigioso catálogo de Faber & Faber, es miembro sobresaliente de la New Generation Poets, una promoción “esencialmente mediática”, jóvenes durante la época thatcherista, militante “del flanco más insular y demótico” de la lírica británica (de ahí la inevitable comparación con Larkin, aunque él prefiera a Hughes, Auden, Muldoon o McCartney); en el polo opuesto, más cosmopolita, de la de otro compañero de grupo: Burnside (al que también tradujo Doce).

Su voz, “irónica, urbana, ingeniosa” y “con un verso cercano a la prosa y los ritmos del habla, de la conversación”, es “sintomática de un momento y lugar”: el suyo en el norte de Inglaterra. Y de una estética: la pop, y de un tipo de música: la de The Smiths y el postpunk. Sus orígenes proletarios justifican su enfoque: incisivo con el clasismo de su país, aunque abunde en su poesía la piedad y nunca pierda el sentido del humor.

Destaca el prologuista su magisterio “en el difícil arte del monólogo dramático”, tan útil para contar historias, algo que le encanta. Anécdotas que trascienden, persuadido por “esa / sospecha de que hay algo más”. “He oído”, “oí la historia”… No cabe duda de que este hombre tiene alma de novelista. Algo que pone en solfa, paradójicamente, el contrapunto lírico de En memoria del agua.

Subraya la dificultad para verter a nuestra lengua sus versos por “el afán de su autor por representar fielmente el idiolecto de sus personajes”. Una jerga y unos modismos que se apegan a la perfección a “lo que pasa en la calle”. En busca de la naturalidad.

De ahí que abunden los nombres propios: de gente común, de artistas, de marcas… “Así es la vida”, dice, o “Digamos las cosas como son”. Lo suyo sería “dar noticia / de cómo vivimos, lo que hemos visto, / de cómo nos afecta y lo que eso demuestra”.
Salva Doce el escollo señalado y nos ofrece una poesía que suena muy bien en español. Basta con leer “Canción de los hombres de poniente”, que traslada en octosílabos.

Asombra la solvencia con la que Armitage arma sus poemas (casi nunca breves). Su sentido de la composición. En los escogidos de Ver las estrellas, pongamos. Y su versatilidad: el sinfín de situaciones que plantea y la de voces que interpelan al lector. No había mejor colofón para esta antología que el poema que da título al libro. Armitage en estado puro.

—Álvaro Valverde