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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Un viaje alucinante

Desde el llamado realismo socialista Stanislaw Lem escribe «Astronautas» (Impedimenta) jamás editada antes en castellano siendo la primera novela que el maestro de la ciencia ficción, publicó en forma de libro.

¿Estamos solos en el universo? Esta es una de las grandes preguntas que se plantea el hombre y la ciencia. Una pregunta que está en completa evolución originando continuas y pequeñas respuestas junto a grandes estudios por parte de la humanidad, para intentar resolver el misterio del cosmos. Un misterio que no se sabe cuando se podrá resolver y si se resolverá en algún momento de la historia, además, si se llega a una conclusión concreta ¿nuestra capacidad intelectual será capaz de entenderla?

Este misterio ha generado y genera infinidad de escritos sobre todo aquello que rodea nuestro universo. Un universo que podemos trasladar no muy lejos de aquí, en la propia Tierra, en esa totalidad del espacio y del tiempo, de todas las formas de la materia, la energía y el impulso, y las leyes y constantes físicas que las gobiernan y en donde no paran de ocurrir cosas ya sean buenas o malas.

En ese estudio por resolver lo que está más allá de nuestra atmósfera, se emplean medios mecánicos y humanos para avanzar. Actualmente la tecnología desarrollada por el hombre está llegando más allá, pero ¿y si una persona ya hubiera pensado y escrito sobre esto hace más de 60 años? Un texto escrito con cierta prisa y sin preocuparse demasiado por el aspecto artístico. Un texto de inesperado éxito que arrasa entre el público y es traducido a varias lenguas cuando se publicó en 1951. Escrito desde su tierra de origen bajo un contexto dominado por una corriente estética cuyo propósito es expandir el conocimiento de los problemas sociales y las vivencias de las personas por medio del arte. Desde el llamado realismo socialista Stanislaw Lem escribe Astronautas (Impedimenta) jamás editada antes en castellano siendo la primera novela que el maestro de la ciencia ficción, publicó en forma de libro. El libro narra un momento determinado en la Tierra que tras haber pasado por múltiples contiendas y luchas sangrientas, en el siglo XXI la humanidad ha dejado atrás toda forma de capitalismo y ha logrado un equilibrio sostenible en el planeta. En esta sociedad utópica se desarrollan colosales trabajos de ingeniería y durante uno de estos proyectos, se halla en la siberiana Tunguska un objeto que es identificado como un archivo extraterrestre lo que desemboca en unos acontecimientos científicos sin precedentes junto con la inición de un viaje interestelar al planeta Venus, donde sus tripulantes localizarán los restos de una civilización infinitamente más avanzada que la nuestra.

“En el año 2003, finalizó el trasvase parcial del mar mediterráneo al interior del Sáhara y las centrales hidroeléctricas de Gibraltar suministraron por primera vez corriente eléctrica a la red norte de África. Estaba llegando a su fin el gran período de transformación del mundo, difícil y doloroso, en aras de la justicia global. La miseria, el caos económico y las guerras habían dejado de ser una amenaza para los grandes planes de los habitantes del planeta (…) La ciencia nunca más volvería a producir armas de destrucción al servicio del comunismo, se había convertido en la más potente de todas las herramientas de transformación del mundo”.

Un argumento cargado de crítica hacia una sociedad deshumanizada en donde se establece un diálogo brillante sobre la tecnología y las máquinas y de cómo estas afectan o pueden llegar ha hacerlo sobre los humanos. No olvidemos que la novela fue escrita en 1951 y bajo este contexto debemos trasladarnos no solo en el tiempo y espacio real de la obra, sino también en el espacio y tiempo de la ficción realizada por el autor. Un Lem que cae en el didactismo de declaraciones “positivas” sobre la misión de la humanidad, los rasgos deseables en los individuos y los comportamientos sociales adecuados. La primera mitad del libro está construida por un tratado de divulgación científica que ocupa más de cien páginas. Un contenido del que hoy nos puede parecer banal, pero en el momento de su publicación introducía al lector en un mundo insólito. Filtra de manera disimulada, importantes conocimientos totalmente prohibidos en la época. Toda una declaración de intenciones.

Es un libro grandilocuente en lo que a declaraciones morales y éticas se refiere. El autor, en pleno auge de ese realismo socialista, tendencia artística impuesta oficialmente durante gran parte de la historia de la Unión Soviética, particularmente durante el gobierno de Stalin, en China y, en general, en la mayoría de los países socialistas. Se opone al canon literario de la época y confiesa desesperadamente su admiración y su fe en hombres ilustrados -como los científicos- y no en funcionarios del partido o activistas ideológicos. Los científicos son los verdaderos protagonistas de la obra elevándolos al sitio que realmente se merecen. A lo largo de la historia no habla de armamento militar ni de cómo utilizar este y aniquilar a una posible civilización extraterrestre, se centra en los datos constructivos y reflexivos así como en el relato intimista de sus protagonistas.

La lectura del texto conduce a ver la obstinada lucha del autor por conseguir que se valoren esos auténticos conocimientos como factor que conducen al bien. Hecho del que se hecha muy de menos en nuestra sociedad actual, donde están más valorados los títeres televisivos que aquellos que aportan con su conocimiento y estudio avances en tecnología, sanidad y a fin de cuentas en la mejora de nuestra calidad de vida. En los tiempos del estalinismo Lem intentó creer en ello, aunque las experiencias de decenios posteriores debilitarían aquellas creencias.

Escrito en una época en que el termino “astronautas” apenas existía, de manera que mucha gente los confundía con el de “argonautas”. El libro trata en definitiva la cuestión principal que le sirvió a Lem para escribirlo: la cuestión de la amenaza nuclear, porque la historia de la aniquilación de Venus es solo una alegoría de los asuntos terrestres ya que estaba comenzando la llamada guerra fría.

Un libro envuelto en un continuo misterio que ensalza los valores científicos y que atrapa al lector en una trama intensa de forma trepidante y que para aquellos que no hayan leído nada de Lem y lo hagan por primera vez, no serán defraudados por un escritor que nos sube en un viaje interestelar alucinante, no solo por el gran sentido de su prosa y por la cuidada traducción realizada siempre desde el rigor y el buen hacer de Impedimenta -realizada por Abel Murcia y Katarzyna Mołoniewicz-, sino por el hecho de que estamos ante una de las obras -aunque el propio autor calificó de menor- de referncia para los amantes de la ciencia-ficción y de todos aquellos de la buena literatura. Es una pequeña gran obra de la ciencia-ficción que una vez sacada del ostracismo literario pasa a formar parte de sus grandes obras maestras como las ya conocidas Solaris, La investigación y El hospital de la transfiguración (obras editadas también en Impedimenta).