No sé, atemorizados lectores, si habéis pensado cómo el tiempo se ha aliado con nuestros más recónditos temores (frío nocturno, gotas de lluvia que los cipreses dejan caer en las lápidas…) para hacer que estos días asediados por la Noche de Todos los Santos sean misteriosamente perfectos. Y qué mejor que estos momentos, tan inciertos, para sumergirnos en alguna lectura que sea, en verdad, escalofriante…
Lo cierto es que cuando pensamos en este tipo de lecturas, siempre se nos vienen a la cabeza los mismos arquetipos; monstruos diversos, fantasmas, espíritus malignos, seres extraterrestre, etc…; de los cuales hay excelente y abundante literatura. Pero pocas veces pensamos en que el protagonista de ese terror paralizante pueda ser algo del género vegetal. Aunque esto no siempre fue así, el «terror botánico» fue un auténtico fenómeno literario del siglo XIX que inspiró a grandes escritores góticos como Nathaniel Hawthorne, Arthur Conan Doyle o H.G. Wells; y estos inspiraron a otros posteriores.
Un auténtico verdor siniestro recorre la literatura de los siglos XIX y XX y nos recuerda que las plantas, seres fascinantes y misteriosos, benéficos y letales a la vez, encarnan la otredad en forma de monstruo silencioso y cercano, demasiado cercano: orquídeas sanguinarias, bosques enteros que se rebelan contra quienes los masacran, robles majestuosos que se convierten en la reencarnación del hombre de la casa, maravillosas enredaderas que reviven espantosos fantasmas del pasado, máquinas que permiten registrar el terrible sufrimiento de las plantas maltratadas…
La editorial Impedimenta, en una preciosa edición, ha sacado al mercado el libro: «GÓTICO BOTÁNICO», una deliciosa y terrible colección de cuentos de terror de autores consagrados como M.R. James, Lovecraft, Alphonse Daudet, Roald Dahl, o el mismo Hawthorne; al tiempo que podemos descubrir las inquietantes creaciones de escritoras del género pulp, no tan conocidas pero igual de maravillosas, como: Eli Colter, Zenna Henderson o María Moravsky, entre otras. Cabe señalar, que muchas de estas escritoras a la vez que creaban relatos de terror, cimentaron su fama como escritoras de libros infantiles (quizás una cosa lleva a la otra?); la más conocida es Richmal Crompton, que se hizo famosa con las aventuras de Gullermo Brown (o el travieso).
Unos cuentos, en definitiva, verdaderamente fascinantes, que conviene leer con calma para disfrutarlos. A la vez que tener cuidado, mucho cuidado, con las plantas que tenemos cerca, no podemos ni imaginarnos qué es lo que piensan de nosotros y cómo van a reaccionar…
—Miguel Ibáñez