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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Gótico botánico»: no te fíes de las flores — El Diario Montañés — 21 de noviembre de 2024

«Conviene ser precavido y no acercarse mucho al verde. Es verdad que no ladra, y en teoría, solo en teoría, tampoco muerde», señala Patricia Esteban Erlés, única escritora viva de cuantos conforman la nómina de una singular publicación alumbrada por Impedimenta hace menos de un mes. ‘Gótico botánico. Cuentos de un verdor perverso’, obliga a replantear la romántica visión de la naturaleza como abrigo y refugio, alimento de poemas y baladas, descanso del alma y la mente. A la vista de las obras seleccionadas en este cuidado volumen, mejor ser precavidos, porque el refrán de que a quien buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, pierde su sentido en estas 387 páginas.

Los relatos que componen la antología abarcan un arco temporal de más de 120 años; de 1837 con el cuento más antiguo, de Nathaniel Hawthorne, hasta 1959, con la propuesta de Zenna Henderson. Entre ambos, diez autores y ocho autoras de Francia, Inglaterra, Polonia y mayoritariamente Estados Unidos echan raíces literarias en creaciones que tienen lo vegetal como hilo conductor, extendiendo sus ramas hacia el terror, el suspense y la reivindicación ecológica en buena medida.

Cada capítulo viene precedido por una introducción dedicada a los autores, que sirve para contextualizar la época y trayectoria que dieron lugar a estos oscuros relatos. Así, descubrimos, por ejemplo, que el mencionado Hawthorne, nacido en Salem, cuna de por sí de un capítulo oscuro, fue admirado por su contemporáneo Edgar Allan Poe y, como muestra su escritura, poseía un amplio conocimiento del mundo natural. En ‘El experimento del Doctor Heidegger’ plantea una reflexión sobre la búsqueda de la eterna juventud a partir de un legendario elixir.

El francés Alphonse Daudet también sirvió de inspiración a otros autores, en este caso, a la española Emilia Pardo Bazán. En ‘Wood´s Town’ una localidad imaginaria cercana a Washington, lleva a cabo una apología del mundo vegetal que reclama vivamente su espacio frente a la colonización humana. Y lo consigue.

Impedimenta recupera relatos que fueron publicados originariamente en cabeceras de distinto perfil. Es el caso de ‘El terror púrpura’, de Fred Merrick White, que vio la luz en 1898 en ‘The strand’. Con protagonistas maniqueos encarnando el bien y el mal, el personaje principal es, sin embargo, una aterradora y bellísima planta carnívora.

El que fuera alumno y más tarde rector de Eton y el King´s College, Montague Rhodes James, mantuvo una intensa actividad creativa más allá de su labor investigadora y el rigor intelectual de sus cargos. Lo sobrenatural, en ‘La Rosaleda’, se manifiesta en un entorno tranquilo, típicamente británico, para perturbar a sus habitantes a partir de una decisión aparentemente intrascendente.

Las vidas de algunos autores resultan tan curiosas como su obra. Es el caso de Eli Colter, cuyo verdadero nombre era May Eliza Frost, que tocaba el piano en cines antes de empezar a escribir, en torno a los 30 años. Lo hizo comenzando por el western, para pasar a la ficción especulativa y el misterio con tintes sobrenaturales, alcanzando una gran popularidad en la década de los 30. ‘La amanita mortal’ apareció en 1925, un cuento que adapta la técnica de las cajas chinas para narrar la aventura de un escritor en busca de un ermitaño. Una historia, dentro de otra historia, que reflexiona sobre la soledad del autor, la culpa y la penitencia.

También escribía con seudónimo Richmal Crompton, originalmente Labmburn, docente y escritora, amante de las lenguas clásicas que publicó en torno a cuarenta libros con Guillermo Brown como protagonista. En ‘El roble’ se remonta a tradiciones druídicas en torno a un ejemplar de dicho árbol que marcará el devenir de uno de los protagonistas, de forma un tanto sangrienta.

Dos de los nombres destacados de esta antología forman parte de la historia de la literatura. Uno de ellos, Howard Phillips Lovecraft, escribió a cuatro manos ‘El árbol en la colina’ junto a Duane Weldon Rimel. Se publicó en 1940, tres años después de su muerte. En esta «pesadilla de ojos abiertos» se sirven de un narrador y un paisaje americano, con un roble solitario que funciona como disparador del horror cósmico, tan propio de Lovecraft.

Otro de los autores cuya firma evoca un universo creativo es Roald Dahl, si bien en esta antología cambia de registro respecto a los cuentos infantiles para llevar al lector en un viaje que tiene ‘La máquina del sonido’ como vehículo. Publicada en ‘The New Yorker’ en 1949, el dispositivo sirve para descubrir que las flores y árboles se quejan, invadidos de un insoportable dolor, cuando se les corta el tallo o se golpea su tronco con un hacha. Vinculado a ‘The BFG’, uno de sus libros infantiles, por la idea central, el cuento sirve para continuar con la defensa que el noruego hace de la ecojusticia, a modo de lección para jóvenes y mayores.

Abonados de un vocabulario rico en referencias del mundo natural, especies de plantas y procesos de cultivo, ‘Gótico botánico’ deleitará por igual a amantes del suspense, naturalistas y militantes de la ciencia ficción, todo ello con dosis de buena literatura.

 

—Pilar González Ruiz