El orgullo de saber de dónde se viene, el dolor abisal al descubrir la verdad de tu padre, la rabia ante la injusticia y el maltrato a tu pueblo, el agradecimiento de los amigos por haber compartido una parte de tu vida o las vivencias de la infancia que luego contribuirán a que te conviertas en Nobel de Literatura. Estas son cinco autobiografías, biografías y testimonios importantes en 2025, libros que llevan dentro una especie de tabla periódica de la condición humana y las emociones.
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Victoire. La madre de mi madre
Maryse Condé. Traducción de Martha Asunción Alonso (Impedimenta)
La voz de Maryse Condé (Guadalupe, 1937 – Francia, 2024) es honda y humana, donde cada escena de sus personajes de apariencia intrascendente lleva su carga de pasado y futuro. Si antes habíamos leído de manera magistral su propia vida en Corazón que ríe, corazón que llora y Yo, Tituba, la bruja negra de Salem, en estas páginas reconstruye sus raíces a través de su abuela materna, Victoire Élodie Quidal, “una cocinera que se convirtió en una figura legendaria de su época. Victoire, cuya piel era de una ‘blancura australiana’ y cuya destreza culinaria fue codiciada por la élite, pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en el templo de su cocina, que era como la propia Guadalupe, un crisol heterogéneo de razas en el que convivían la población negra, la mulata y los blanc pays que ejercían el poder en el archipiélago. En este complejo cosmos dominado por la hegemonía francesa, una cocinera criolla que apenas podía pronunciar el nombre de sus platos en francés consiguió convertirse en una de las personalidades más importantes de la isla. Un relato desgarrador que retrata la vida en Guadalupe en los últimos años del siglo XIX”.
Fragmento:
“En La Treille —cantón de Marigalante, no lejos de GrandBourg— hay tantos Quidal como granos de arena hay en la playa. Es su feudo. Se dice que descienden directamente del propietario de un ingenio azucarero, el ilustre Antoine de Gehan-Quidal. Este se arruinó con la abolición de la esclavitud y regresó a Francia, abandonando a un centenar de «nuevos ciudadanos» en sus kaz nèg. La rama de la que yo provengo no se distingue en nada de las otras. Igual de negros. Igual de hambrientos. Aunque hay que reconocer que mis bisabuelos resultaban curiosos. Oraison era el tercer hijo de Dominus y, como su padre y su abuelo, se dedicaba a poner y quitar nasas en el gran azul. Se casó —o, mejor dicho, se amancebó— con su prima, Caldonia Jovial. Trajeron diez criaturas a este mundo, de las que solo sobrevivieron cinco. Su cabaña era…”.
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—Santiago Vargas