Ganadora del premio Nobel alternativo —aquel que se concedió oficiosamente en el 2018, el año en que la Academia Sueca lo dejó desierto por un escándalo de nepotismo y abusos sexuales en el seno de la venerable institución— y figura mayor de la literatura caribeña, Maryse Condé (Pointeà-Pitre, Guadalupe, 1937) es hoy una voz maravillosamente reconocible para el lector español gracias a la cuidada labor editorial del sello Impedimenta. Fallecida en abril del 2024 en la Provenza francesa —se había establecido en los alrededores de la pintoresca localidad de Gordes con su esposo, y traductor de su obra al inglés, Richard Philcox—, Condé siempre mantuvo firme su compromiso político para con su pueblo: toda su obra alienta una reflexión crítica sobre los estragos del colonialismo y la memoria, no solo de la cuestión antillana, sino también del legado africano (hasta dejó su vida en París para viajar tras las raíces y establecerse como profesora en Guinea, Ghana y Senegal). Presidenta del comité galo por la memoria de la esclavitud, alcanzó un notable prestigio en EE.UU., donde impartió clases en varias universidades, especialmente en Nueva York, donde residió. En sus narraciones ha indagado abundantemente el pasado familiar —caso de Corazón que ríe, corazón que llora (1999) y La vida sin maquillaje (2012)—, un esfuerzo autobiográfico del que es ejemplo principal la novela Victoire. La madre de mi madre, que llega mañana a las librerías y en la que se ocupa de su abuela materna, Victoire Élodie Quidal, una mujer que apenas podía nombrar en francés los platos que cocinaba, y que, pese a sus muy humildes orígenes, se convirtió en una celebridad de los fogones en Guadalupe. El relato de Condé vuela ameno y aparentemente ligero, aunque no escatima descripciones de conductas racistas y de abusos, y brillan en su hermosa prosa ciertos dejes periodísticos. Una lectura gozosa.
—H. J. P.