Los escritores son exploradores que se adentran en territorio desconocido y no lo decimos nosotros sino Emerson. Les hemos seguido para ver dónde andaban y este es el atlas de sus movimientos. A Beckett lo pillamos en una sala de espera, a Borges, adivinen: en una biblioteca. En los meandros del Mississippi nos topamos con el marinero Twain y a Verne nos costó pillarle dando la vuelta al globo en 80 días; en el Pequod, con semejante plano, no se pierde ni Melville y para encontrar a Dickens en plena Navidad ya sabemos orientarnos en su barrio. Al final nos hemos perdido. La isla de la Desesperanza la llaman, y nos hemos encontrado a un tal Robinson. Verás cuando nos vea, ¡qué susto! Y aún nos quedan páginas.