La naturaleza como esa casa encantada a la que el arte mira muy constantemente como ideal anhelable se ha dibujado siempre como motor de poemas y pasajes literarios. Sus raíces se anclan en lo más profundo de la literatura, nutriéndola desde los tiempos más remotos. Compañero fiel de muchos autores –sirva de ejemplo la obra poética de Emily Dickinson, construida en gran parte a través de las plantas y animales que poblaban su jardín– el reino vegetal ha servido desde los inicios de la palabra para explicar el mundo. Como describía August Macke en su artículo para El Almanaque, mirar a las plantas y los animales es sentir el secreto de esas fuerzas misteriosas que dominan el mundo, y si seguimos la estela poética de Percy B. Shelly en su Hymn of Pan, «De los bosques y tierras altas, / venimos, venimos». De ahí que numerosos autores se hayan servido del reino Plantae para hablar del universo y del propio ser humano. Ahí están pues las rosas que hay que recoger antes de que sea tarde; la feuille morte, que se balancea con el viento, heraldo de nuestro propio otoño. El árbol del conocimiento, el cafetal en África…
Botanicum, de Katie Scott y Kathy Willis está dedicado por entero al mundo de las plantas. De su mano, el lector podrá adentrarse con facilidad en este mundo vegetal inspirador que nos rodea por doquier y del que a veces, casi nunca, sabemos nombrar nada con precisión. Botanicum nos permitirá, con relativa sencillez, ampliar la mirada en el paisaje. Dotar con algo de vida nuestro alrededor. Editado en nuestro país por Impedimenta, el libro es un experimento visual de gran efectismo. Su enorme formato y sus ilustraciones nos traen directamente a la cabeza L’histoire naturelle de Buffon o los grabados que ilustraban las aportaciones botánicas de Lamarck. Páginas de dimensiones inmensas donde las plantas son representadas escogiendo algunas de las características taxonómicas más distintivas de cada familia y especie: órganos sexuales, la forma de sus hojas o el tipo de reproducción, entre otros.
Pero el libro no se plantea como un manual botánico al uso, imitando a los del siglo XVIII o XIX. Tampoco como una guía pensada para la identificación de géneros y especies de un paisaje. Botanicum es más bien la puerta a un jardín-museo. Y al recorrer sus páginas, pasando de una sala a otra en un total de siete, el visitante-lector aprenderá lo necesario para una primera introducción al mundo de la botánica. Empezamos por un esquema del reino vegetal y un pequeño dossier sobre información general donde descubrimos cuándo aparecieron las primeras plantas en la Tierra, cuáles fueron las primeras especies que comenzaron a ser terrestres o cuántas especies de plantas, aproximadamente, componen este reino. Conoceremos las plantas más antiguas: algas, briófitas o licopodios. Recordaremos que los hongos, como los líquenes, no son realmente plantas. Después de las primeras, llegarán las salas de los árboles, las plantas herbáceas, las gramíneas o los ejemplos más sorprendentes de adaptación al medio. Y en cada una de ellas, un breve texto con las características morfológicas y ecológicas más sobresalientes pero, sobre todo, muestras de los más hermosos ejemplos de cada uno de estos grupos.
Y es que este paseo a través de tal peculiar museo no funciona por el conocimiento que de él obtendremos. Su éxito radica en que proporcionará al visitante-lector uno de los paseos más placenteros jamás realizados, permitiéndole pasar rápidamente de un paisaje a otro, recorriendo todos los confines del mundo. Mostrando ante sus ojos algunos de los ejemplos más exuberantes que han convertido al reino vegetal en fuente clara de inspiración literaria.