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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Escribir sobre la historia de la Alemania nazi siempre ha creado expectativas, ya sea en el terreno periodístico o literario. Si las concepciones que algunos escritores sostienen acerca de los momentos cruciales que Alemania vivió durante el nazismo no son coherentes, muy a pesar de la calidad literaria de Günter Grass, Heinrich Böll –dos autores de abundante, generosa y pulcra creación, y de una fama internacional indiscutible–, los resultados pueden llegar a ser decepcionantes.

Siegfried Lenz (1926-2014) escribió varias novelas antes de publicar Deutschstunde (1968), Lección de alemán, en las que el autor se centra en describir la vida cotidiana de Alemania. El término Heimatliteratur, obras influidas por la experiencia del paisaje, principalmente rural, y por su gente, describe el estilo que se atribuye a Lenz.

Impedimenta presenta la versión de Deutschstunde en castellano –una de las obras maestras de la literatura del xx–, traducida por el narrador, crítico literario y traductor Ernesto Calabuig, otro de los muchos aciertos del editor Enrique Redel. El mismo Calabuig dice de Lección de alemán que es un libro absolutamente esencial y hermoso. Poco más podré añadir en mi reseña porque el resultado de esta experiencia narrativa de Lenz, traducida por Calabuig, me dejó varado, en un pequeño barco casa en las aguas de un afluente del Rin, sin poder dejar de leer este hermoso y esencial libro.

Lenz escribe largas y detalladas descripciones de los lugares, las cosas y las personas; aborda complejos aspectos psicológicos de los personajes y de la historia de los totalitarismos europeos en una narración de ficción.

«Me han impuesto un castigo.» Con esta frase inicial del libro, el lector audaz ya puede comprender que la culpa va a tener un papel preponderante en esta narración.

Siggi Jepsen, de 21 años, encerrado en una celda de un reformatorio en una isla bañada por el Elba –«aunque cierre los ojos no deja de fluir»–, debe entregar una redacción que tiene por título «Las alegrías del deber». Sin lugar a dudas, el autoritarismo y la culpabilización actúan negativamente sobre el ser humano: lo fragilizan, le impiden que madure emocionalmente y lo convierten en un ser obsesivamente obediente y servil. Los recuerdos dolorosos de Jepsen que aparecen a lo largo del libro, escrito en primera persona, ahondan en esta obligación de cumplir con el deber. Alegrías, pocas. Está encerrado porque no ha escrito dicho texto porque no conoce suficientemente el idioma alemán y entrega la libreta en blanco.

Lenz consigue unir el trauma personal de Jepsen con el trauma emocional de la historia de Alemania. No olvidemos que, en el año 2007, los medios de comunicación informaron de que Lenz había sido miembro del partido nazi. Él y muchos otros (Günter Grass entre ellos) respondieron que eran adolescentes y que lo habían hecho en contra de su voluntad; sin saberlo.

También queremos recordar que Siegfried Lenz fue un firme defensor de la unificación alemana.

En Lección de alemán, Lenz propone una forma de intuir, mirar, entender y percibir la historia a través de un fino cristal, el del arte, aquel que era «considerado ofensivo para la raza alemana».