William Grill ya nos sorprendió gratamente con El viaje de Shackleton, publicado también por Impedimenta en 2014. Ahora nos confirma la calidad y originalidad de su trabajo con Los lobos de Currumpaw en el que los fríos azules de los hielos son sustituidos por los tonos cálidos del Suroeste Norteamericano. En esta ocasión sitúa la acción en Nuevo México a finales del siglo XIX cuando la colonización había llegado a su fin, se habían terminado las guerras indias y casi se habían exterminado algunas especies animales como los bisontes. Sin embargo, en 1893 los lobos, aunque habían sido diezmados, continuaban siendo un problema para los ganaderos.

En el valle de Currumpaw durante cinco años una manada de lobos grises había sido perseguida, pero sin conseguir buenos resultados a pesar de que los ganaderos contrataron a especialistas para esta labor. La casualidad llevó al famoso naturalista Ernest Thompson Seton, experto cazador también, a enfrentarse con el Viejo lobo o el Rey como denominaban al líder de la manada. El libro relata los seis meses que duró la persecución de este magnífico animal empleando venenos, trampas y emboscadas. La apasionante y dramática experiencia transformó a Seton convirtiéndole para el resto de su vida en un defensor de la vida salvaje.

William Grill dibuja el Viejo Oeste con sus lápices de colores que recrean con gran calidez las montañas, los bosques y las llanuras en las que se desarrolla la acción. Sigue empleando su peculiar estilo con un diseño de página que, en ocasiones, se estructura en pequeñas viñetas mudas; algunas veces, las imágenes rodean al texto y, en otras, el dibujo ocupa la página entera o la doble página llevando al lector a una lectura dinámica o contemplativa. El tono es amable y se evitan las escenas de crueldad que sí se reflejan en el cómic de Taniguchi Lobo, el Rey (Ponent Mon, 2007) dedicado a este mismo tema. La excelente edición favorece el disfrute de este hermoso álbum.

J.G.M.C.