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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Pleitos tengas…

El personaje de Mortimer nos propone un paseo por los entresijos de la profesión legal en Inglaterra, mostrándonos no sólo los rincones menos conocidos de los juzgados, sino también los rudimentos del sistema legal británico.

Conocer el terreno que se pisa no siempre ayuda a escribir una buena novela, pues se corre el peligro de caer en la autocomplacencia, y eso siempre resulta tan petulante como aburrido. Sin embargo, cuando se emplea con tino el conocimiento y se establece la distancia precisa para reforzar la ficción, el resultado puede ser gozoso tanto para quien lo escribe como para el lector necesitado de experiencias originales y honestas.

Quizás resulte aventurado afirmar que John Mortimer fue abogado antes que escritor, pues siendo así creo yo que antes de coger una pluma con intenciones literarias habría escrito en su mente todo lo que luego trasladaría al papel, y el resultado es una serie de novelas que obtuvieron el reconocimiento de público y crítica, de las que Los casos de Horace Rumpole, abogado es un buen ejemplo.

Trasunto quizás del propio Mortimer, quien durante toda su vida (de abogado y escritor) luchó por defender la justicia y las libertades, Horace Rumpole aparece como ese personaje rotundo en sus rasgos que representa todo un estilo de vida y una forma de pensar. Se convierte así en una especie de arquetipo del in-conformista que emplea la ironía como arma frente a la mezquindad que le rodea.

Con esos mimbres, que en ocasiones recuerdan al inefable Wilfrid Roberts, el abogado interpretado magistralmente por Charles Laughton en Testigo de cargo, el personaje de Mortimer nos propone un paseo por los entresijos de la profesión legal en Inglaterra, mostrándonos no sólo los rincones menos conocidos de los juzgados, sino también los rudimentos del sistema legal británico.

Y todo ello mediante una serie de relatos en los que escarba en la naturaleza humana pertrechado de las infalibles herramientas del humor, la intriga y la crítica social, proporcionando al lector una buena dosis de literatura de alta calidad. Con el bueno de Rumpole, un personaje entrañable y poliédrico que siempre lleva un as escondido en la manga, el lector conocerá los casos más sorprendentes en su sencillez, pues más allá de la trama que los sustenta su singularidad radica en el comportamiento de sus personajes y, sobre todo, en cómo el protagonista los afronta con su peculiar clase.

Gracias a la magnífica traducción de Sara Lekanda es posible disfrutar de ese estilo tan peculiar que imprimen los escritores británicos a sus obras, con esas filigranas retóricas que enriquecen la trama y sostienen el ritmo, a la vez que retuercen la estructura para conformar un todo sorprendente armónico que destila musicalidad. Con esa fluidez, Mortimer dulcifica una dialéctica árida en origen para convertirla en el vehículo perfecto de un humor desbordante que imprime el carácter preciso a los relatos construidos con destreza y escritos con una finura extraordinaria.

A.J. UBERO