En Enterrado por placer, su protagonista Gervase Fen, un profesor de Literatura de Oxford, que ha adquirido cierta fama tras resolver en el pasado varios crímenes, ha decido meterse en política y presentarse al Parlamento. Se desplaza para hacer campaña a las «tranquilas» tierras de la campiña inglesa pero, desde el primer día de su llegada, extraños y violentos sucesos no paran de producirse, viéndose arrastrado a la investigación de, no uno, sino de al menos dos asesinatos.
El autor se sirve del humor para desarrollar una historia de misterio disparatada y muy distinta al resto de obras de este género. Las situaciones y conversaciones más absurdas que se puedan dar, se darán. La primera situación, cuanto menos inusual, es el encontronazo de Fen con un lunático que corretea desnudo por el lugar, únicamente ataviado con unos quevedos, asaltando a las viejas y realizando pequeños hurtos, pero ¿podría tener algo que ver con el asesinato de una tal señora Lambert o el de cierto caballero, del que no diré nada más? También está el incondicional amor de un cerdo tarado hacia su ama, el extraño psiquiátrico de la zona, una joven de aspecto preocupado que sufre un terrible «accidente», un excéntrico escritor o las raras ideas de un cura sobre domar poltergeist.
Enterrado por placer es una obra de intrigas pausadas pero brillante, que comienza un poco lenta, ya que es imprescindible que el autor nos ilustre con como son las gentes del pequeño pueblo y sus alrededores, y así comprender mejor los extraordinarios sucesos que convulsionan tan apacible y aburrido lugar.
En más de una ocasión me he reído con algunas de las conversaciones o situaciones que se relatan. El autor plasma a la perfección los tejemanejes políticos y la falta de escrúpulos del proceso, así como la vida rural y sus gentes, y el comportamiento apático o de piñón fijo de los votantes. Puede que la novela se desarrolle en 1948, pero es terrible ver lo poco que han cambiado ciertas cosas.
Fen es un avispado profesor de Oxford que, aunque no siempre lo quiera demostrar, está deseoso de toparse con un buen misterio. Ni siquiera él tiene muy claro por qué se presenta al Parlamento, yo creo que se aburre mucho y desea escapar un poco de la vida académica. Gracias a su inteligencia, y a saber seguirle la corriente a más de uno, logra desvelar tan horribles crímenes.
Enterrado por placer de Edmund Crispin es una novela policíaca muy distinta, inteligente, entretenida y disparatada que, por momentos, me ha recordado al camarote de los hermanos Marx, pero con asesino incluido. La narrativa de Crispin es excelente, aunque tiende a veces a ser demasiado descriptivo, cosa que compensa con constantes toques humorísticos y grandes dosis de misterio. Quizás, a pesar de la sátira, describe más fielmente el comportamiento humano, con sus virtudes y mezquindades, que otros autores.
Os animo a descubrir, además de este libro, el resto de la saga, publicada íntegramente por Impedimenta, y que consta de los siguientes títulos: La juguetería errante, El canto del cisne, Trabajos de amor ensangrentados, El misterio de la mosca dorada, Asesinato en la catedral y, por supuesto, Enterrado por placer.
La ventaja de este tipo de novelas es que no hace falta leerlas seguidas, se pueden leer en el orden que uno prefiera sin que unas destripen la trama de otras.
Otro aspecto que quiero destacar, antes de que se me olvide, es la exquisita encuadernación y maquetación llevada a cabo por la editorial Impedimenta. Los libros están encuadernados en tapa blanda, con sobrecubierta, e incluyen una lámina que es un reproducción en miniatura de la propia portada. ¡Una preciosidad! Pero la cosa mejora, porque al quitarle la sobrecubierta, desvelamos que la cubierta del libro es una ampliación de la imagen de la portada, desprovista de cualquier título o nombre del autor que la estropee.
Desde aquí, ¡mil gracias a la editorial por el ejemplar y permitirme disfrutar de las aventuras del profesor Fen! ¡Un estilo único y diferente de resolver crímenes!