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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La historia de Florence Green, una mujer viuda que se traslada a un pueblo apartado de la costa norte de Inglaterra y decide montar una librería, ante la curiosidad y el recelo de sus vecinos, es una de esas experiencias que definen el significado de las relaciones humanas. Suffolk es un pueblo pequeño y cerrado en sus convenciones, donde cualquier novedad se advierte como una amenaza a la rutina que envuelve las vidas de las criaturas que lo habitan. Incluso del poltergeist que mora en la casucha abandonada donde la protagonista decide abrir su negocio. allí nada pasa desapercibido, y menos aún para quienes dirigen en la sombra la vida del pueblo. Los mismos que desde el preciso momento que Florence anuncia su intención se proponen acabar con tal iniciativa.
Basta que la atribulada protagonista decida vender un libro excepcional, como es Lolita, para que se desate toda esa violenta aunque, todo hay que decirlo, elegante aversión y la pequeña librería se convierta en un objetivo a aniquilar. Florence luchará con todas sus fuerzas por salvar su negocio, y contará para ello con aliados inesperados, pero el azar y el enorme peso de la sumisión acabarán imponiéndose llevando al traste su empresa.
Con evidentes rasgos autobiográficos, La librería narra el viejo conflicto entre la tradición y la novedad, expresando con una claridad a ratos amarga el miedo a lo desconocido y el desprecio a lo foráneo. Florence deberá enfrentarse al maquiavelismo que anida en las conciencias de quienes controlan el discernimiento de sus vecinos sin más arma que su propia voluntad. Y sucumbe bajo el peso de la mezquindad.
Fitzgerald narra con los sentimientos a flor de piel. no en vano ella también fue una extraña en su propia tierra. Y ofrece una novela evocadora, en la que la literatura es un elemento vehicular en el conflicto humano al que se ha de enfrentar. todo en la obra está perfectamente situado para mostrar esa pugna, con unos personajes bien construidos y unos ambientes que se adaptan a cada uno de los momentos que determinan el curso del relato. el resultado es una novela imperecedera que tiene mucho de fábula aunque poca moralina, de una tristeza conmovedora y un personaje que destila empatía. La librería es una de esas lecturas obligadas que no ha perdido la vigencia porque el mundo sigue siendo lo siempre ha sido.