Nos encontramos ante el caudaloso relato de la vida de un narrador anónimo que tiene muchos puntos en común con el propio autor. Se trata de un profesor de Lengua y Literatura Rumana que imparte clases en una escuela de un popular barrio de Bucarest en la década de los ochenta, durante la dictadura de Ceaucescu. El libro es, por un lado, la descripción de la vida “realista” de este escritor frustrado: su dramática y singular infancia, su enfermedad de tuberculosis, su solitaria y melancólica adolescencia libresca, la decepción de sus estudios universitarios, su roto matrimonio con Stefana, su desangelada vida como profesor sin expectativas y su intermitente relación sentimental con una profesora, Irina, aficionada a la teosofía y antroposofía. Y a todo esto hay que sumar una gris y plomiza atmósfera política y la obsesiva presencia de los barrios y calles de Bucarest, “la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra”.
Y por otro lado hay que destacar las constantes referencias a “otra” realidad: sus ensueños, fantasías y alucinaciones que forman parte de su territorio vital y que para Cartarescu son la ventana que abre a otros mundos. El autor busca constantemente grietas y puntos de fuga de la realidad para escapar y penetrar en esa dimensión onírica. “No he hecho otra cosa en toda mi vida –escribe el innominado protagonista– que buscar brechas en la superficie aparentemente lisa, lógica, sin fisuras de la maqueta interior de mi cráneo”.
Realismo lírico y fantástico
Continúan creciendo el prestigio y el interés por el escritor rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), muy bien editado en España gracias a la editorial Impedimenta y a la calidad de las traducciones de Marian Ochoa de Eribe.