La librería es la historia del sueño cumplido de una mujer en el crepúsculo de su vida. Es la pequeña historia de Florence Green, protagonista de una empresa a priori condenada al fracaso: abrir una librería en Hardborough, un pueblecito de mar inglés donde todo gira al margen de lo cultural y, por tanto, del mundo de los libros.
Para su aventura empresarial, Florence elige una vieja mansión abandonada, Old House, un lugar ideal (rescatar una casa abandonada llena de encanto para llenarla de libros es tan seductor como apropiado) pero lleno de dificultades reales: la humedad, otros intereses en utilizar el lugar para otros fines y hasta la presencia de un fantasma (cómo no, en un lugar lleno de tintes victorianos), convierten el sueño de la librera en una carrera llena de obstáculos.
El alter ego de Florence se llama Violet Gamart, una de las referencias sociales del Hardborough, que pretende que Old House se convierta en un centro cultural al margen de los sueños libreros de la protagonista. Y también encontramos a Christine, la joven ayudante de Florence en la librería cuyo entusiasmo supone gran parte de la energía que la librería necesita para sobrevivir pero a la vez desencadena otra serie de conflictos que acaban afectando al futuro del negocio y de la propia niña.
La librería es una delicia para que los que amamos los libros y nos sentimos como en casa cuando entramos en una librería soñemos por un instante en buscar nuestro particular Old House para cumplir nuestro propio sueño. La atmósfera tranquila del libro materializado por Hardborough, pueblo con un ecosistema propio y autosuficiente, me ha recordado (haciéndome sentir también como en casa) a Doctor en Alaska. ¿Recordáis la maravillosa serie donde nunca parecía que pasaba nada y las pequeñas historias de Cicely nos recordaban la importancia de las cosas verdaderamente importantes de la vida? Pues esa es justo la sensación que Penélope Fitzgerald nos transmite con La librería.
La librería está hecho, en definitiva, con la materia con la que están formados los sueños. Si os sumergís en sus apenas 200 páginas descubriréis lo fácil (y lo difícil que es a veces descubrirlo) que supone ser feliz. Espero que la película de mi admirada Isabel Coixet haya logrado capturar todas las bondades de este delicioso libro.