La editorial Impedimenta nos trae la obra perfecta para acompañarnos en una noche de frío intenso frente a una chimenea: Damas oscuras, que reúne relatos de fantasmas escritos por ilustres escritoras de la época victoriana.
Sin embargo, además de la brillantez literaria que destilan los 20 relatos es imprescindible destacar la impecable edición de la obra, terminada en pasta dura, con marcapáginas, y un cuidadísimo diseño. Y por si fuera poco incluye unos recortables para montar tu propia ‘muñeca maléfica fatal.’ A fin de cuentas, una recopilación pensada hasta el mínimo detalle para aquellos que nos encanta tener un libro entre las manos.
Damas oscuras presenta una sucesión de historias que cuenta con varios puntos en común. En primer lugar, consigue despojar a los aguerridos y valientes protagonistas masculinos de estas ‘cualidades ideales,’ mostrando sus debilidades y, por supuesto, sus miedos. ¿Por qué apuestan por este tipo de personajes? Muy sencillo, para romper con la realidad que existían en pleno siglo XIX cuando las mujeres eran consideradas como frágiles doncellas a las que proteger. Un buen ejemplo de esta situación es el relato protagonizado por el emperador Napoleón Bonaparte, en el que Charlotte Brontë lo despoja de su regio porte, lo arranca literalmente de sus privilegios para mostrar a un ser humano vulnerable.
Tal y como reza en la introducción de esta obra, el propósito de estas autoras con su pluma no era otro que “convertir a los fantasmas en mecanismos de empoderamiento, restableciendo la justicia”. Precisamente, en esta línea se muestran a féminas atípicas para el contexto social en el que vivieron, mujeres que apuestan por su independencia y desafían el orden imperante, luchando por alcanzar el reconocimiento y la igualdad respecto a la figura masculina.
Otro aspecto recurrente tiene que ver con el hecho de que las narraciones siempre tiene un trasfondo violento; los espectros siempre están ligados a episodios pasados escalofriantes que les llevaron a una muerte cruel y precipitada.
También se le da una gran importancia a las condiciones atmosféricas -frío, nieve, niebla y viento campan por doquier-; y a la arquitectura -casa solitarias en un páramo, inmensas y lúgubres mansiones, castillos encantados-, dos recursos empleados para poner en situación al lector y contar con el escenario que mejor lo predispone para la aparición de un espíritu.
No hay que olvidar que estas historias tenían su punto álgido en la época navideña y que, desde 1830 hasta 1900, escritoras como Rosa Muholland, Charlotte Riddell, Louisa Baldwin, Elizabeth Gaskell, o Charlotte Brontë dieron voz a estas ficciones, desde una perspectiva social anglosajona, en la que se puede apreciar de forma clara la diferencia con la que las diversas clases sociales asumen la presencia de los espíritus. Es común observar como la aristocracia se enfrenta a estas cuestiones desde el escepticismo y como sus sirvientes los asumen con la total de las normalidades.
En definitiva, todas estas características que encontramos en Damas oscuras nos llevan a pensar que esta colección ofrece una nueva perspectiva para revisar clásicos de la literatura de terror, una mirada literaria a través de sus autoras, exclusivamente mujeres, pero también de sus traductoras. Tal vez sería necesario apuntar que la recopilación se hubiese enriquecido si se hubiera incluido una breve biografía de cada una de ellas, puesto que algunas nos pueden resultar poco conocidas.
Sin embargo, a pesar de toda esta retahíla de aspectos la verdad es que aunque os protagonistas de los relatos, los denominados fantasmas, pueden generar cierto respeto, incluso en algún momento atemorizar o generar incertidumbre resultan remendamente ingenuos en comparación con los seres humanos que contemplamos cada día en los medios de comunicación o en nuestro propio entorno.