cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Una librería de cine, un cine en defensa del libro

Literatura y cine, para bien o para mal, y a pesar del eterno debate, estamos ante un matrimonio, pue­de que de conveniencia en la mayoría de casos, pero un matri­monio. Si no es "me gustó más el libro" la frase más comentada tras abandonar la sala, cer…

Literatura y cine, para bien o para mal, y a pesar del eterno debate, estamos ante un matrimonio, pue­de que de conveniencia en la mayoría de casos, pero un matri­monio. Si no es «me gustó más el libro» la frase más comentada tras abandonar la sala, cerca le andará. Aunque es mejor eso que el cargante de turno senteciando a la pantalla «¡esto no sa­lía en el libro!», compartiendo la denuncia con sonoridad para que los involuntarios compañe­ros de viaje cinematográfico re­ciban el mensaje. Frente a la cre­encia de un enfrentamiento, no son pocas las veces que el cine ha salido en defensa del libro.

Los libros son los protagonis­tas de la última película de Isa­bel Coixet, que lleva por título La librería y adapta la novela ho­mónima de Penelope Fitzge­rald. El filme cuenta la historia de Florence Green (Emily Mor­timer), una mujer cuya ambi­ción es montar una librería en una zona rural de Inglaterra. Una misión no exenta de difi­cultades por las envidias que despertará en algunos miem­bros ilustres de su comunidad. Los vecinos, en su mayoría ajenos a la lectura, irán cayendo bajo en el mundo entre tapas.

Precisamente, el mayor acier­to de la película es trasladar ese mundo literario, con sus des­cripciones de lugar, de persona­jes, su estética, todo impregna­do por una hermosa sencillez. La película es además un pro­fundo homenaje a las librerías y al libro en formato fisico. Casi resulta un contrapunto a esta cultura actual que ya no necesi­ta ni comprar in situ. Segura­mente, la librería de la próxima generación estará exclusiva­mente en la nube.

En La librería se hace mención a varios libros, especialmente clásicos de la literatura. Uno de ellos es Fahrenheit 451, escrito por Ray Bradbury y llevado al ci­ne por Francois Truffaut, uno de los maestros de la nouvelle va­gue. A pesar de que hablamos de géneros opuestos, porque Fahrenheit 451 se enmarca en el sub­género de la distopía futurista, hay paralelismos con la película de Coixet. Sus personajes prin­cipales temen que la lectura des­aparezca. En La librería por el cierre de la misma, y en Fahren­heit 451 porque los libros acaben calcinados por un gobierno to­talitario que persigue a los que osan leer.

Son varios los cineastas que se han sumado a ese amor por la li­teratura, a veces con guion ori­ginal, como es el caso del de Tom Schulman para El club de los poetas muertos, de Peter Weir. El resultado, el profesor de litera­tura más celebre de la historia del cine, el imborrable señor Keating, interpretado magis­tralmente por un Robín Wi­lliams en estado de gracia. De al­guna manera, su clase de litera­tura era un oasis dentro del es­tricto mundo de la educación.