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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña de «La cámara verde»

Todos conocemos a alguien avaro hasta la saciedad, ¿A que sí? De los que no perdonan ni un céntimo. Bien... pues nada de lo que hayáis visto o leído se puede siquiera comparar a lo de la familia Delorme. Lo suyo va mas allá de toda estadística, y su culto por el dinero sobrepasa los límites de lo moral. Pero pasad, dejad que la mansión os abra sus puertas...

Todos conocemos a alguien avaro hasta la saciedad, ¿A que sí? De los que no perdonan ni un céntimo. Bien… pues nada de lo que hayáis visto o leído se puede siquiera comparar a lo de la familia Delorme. Lo suyo va mas allá de toda estadística, y su culto por el dinero sobrepasa los límites de lo moral. Pero pasad, dejad que la mansión os abra sus puertas…

…Y es que la propia mansión actúa como narradora en esta novela. Sí, leéis bien. En esta original novela gótica es la casa quien, harta de sus insoportables propietarios, decide tomar el mando. Partiendo de esta premisa imaginad la de delirantes situaciones que tienen lugar entre sus páginas.

Pero dije que os iba a presentar a los Delorme, no se me olvida. Ésta familia ha hecho del dinero su religión, y no lo digo de forma metafórica. Poseen tan devoción por la riqueza que incluso el edificio en el que viven está inspirado en un banco, y su caja fuerte no es otra que la conocida como «cámara verde», allí donde esconden sus más oscuros secretos. Todo empezó con Prosper, quien en su lecho de muerte fue engañado para legar toda su fortuna a tan solo uno de sus hijos, Louis-Dollard, casado con la aún más avara y ambiciosa Estelle. Juntos han creado este imperio del ahorro y la vanidad. Con ellos viven las tres hijas de Prosper, Blástula, Gástrula y Mórula (No, no es broma) a las que comparan ni más ni menos que con las brujas de Macbeth. Finalmente está Vincent, el heredero de toda esta mansión, un chaval sin conciencia para los negocios que posiblemente dilapidará el dinero en cuanto éste llegue a sus manos. ¡Y eso no pueden permitirlo! Así que cuando la preciosa e inteligente Penny Sterling llega con la intención de alojarse allí… está claro: Deben conseguir que se enamore de Vincent y los salve de la ruina.

Con este peculiar panorama es imposible aburrirse, y así es. La mansión está harta de sentirse vejada por semejante panda de lunáticos y ha decidido que es hora de actuar. La codicia rompe el saco.

Me encanta hasta qué extremos llevan su locura, tanto que han inventado sus propios mandamientos (Los mandamientos del dinero, faltaría más) y conservan como su bien más preciado la primera moneda de Prosper, atribuyéndola poderes. La fortuna que amasan es gracias a ella y si la pierden, desaparecerá todo.

¿Y qué pasa si algún miembro de la familia se salta estos mandamientos? Bueno, pues que lo expulsan. Cuidado con volverse adictos al juego o realizar una obra de caridad, o comprar algo que no sea esencialmente necesario. Fuera dulces, fuera tentaciones. Y si algo te lo puedes ahorrar, te lo ahorras. Visto el panorama no es de sorprender que sean crédulos ante cualquier profecía o indicio de pobreza… y hasta aquí puedo leer, porque las sombras que se ciernen sobre su perfecto y ridículo círculo familiar están más cercanas de lo que parece.

Desjardins demuestra un talento asombroso para crear una historia tan surrealista como impactante, y es que yo ni en nueve vidas hubiera tenido imaginación para escribir nada que se le parezca. En ella encontramos mucho humor negro, tintes de novela gótica, sátira social y hasta un intento de reflexión. Os aseguro que cuando acabéis de leerla lo último que os apetecerá es pareceros a ellos.

Mención aparte merece su cuidadísima edición, con sobrecubierta y una preciosa ilustración de la mansión debajo de ésta. La cámara verde es un viaje en el tiempo, un rinconcito para lectores intrépidos que no le tengan miedo a lo bizarro… pero sobretodo, una novela para esos que aman leer por encima de todo.