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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El desertor»

A veces ocurre que detrás de una novela existe una historia casi tan fascinante como la que narran sus páginas. El desertor podría considerarse cuasi una autobiografía del gran Siegfried Lenz (Ełk, Prusia Oriental, 1926 – Hamburgo, 2014), ya que el propio escritor alemán que con apenas diecisiete años, en 1943, fue llamado a filas y destinado a un crucero en el Báltico, desertó de la Wehrmacht ya en el ocaso de la contienda, refugiándose en Dinamarca antes de caer en manos de los británicos. Este episodio de su vida, unido a otros muchos que vivió en aquella época, como el fusilamiento de un compañero que también desertó pero que obviamente no tuvo su misma suerte, le sirvió como fuente de inspiración para esta magnífica obra, una obra que fue tachada de “traición a la patria” por su editorial en 1952, y que no fue publicada en Alemania hasta después de su muerte.

Desde la primera página la lectura nos atrapa y nos conmueve. La prosa es bella y el ritmo de la narración ágil, con un suspense adictivo. Seis años has transcurrido desde que terminara la guerra, y un farmacéutico en el último tramo de su vida le confiesa a Walter Proska lo abrumado que se siente por los recuerdos de la guerra y qué hace él para poder sobrevivir con ellos. Sin apenas darnos cuenta, de repente, nos sumergimos en los estertores de una guerra, el horror, donde Proska y sus compañeros de armas hacen todo lo posible por no morir asesinados en el bosque por unos partisanos polacos que le superan en número y motivación. El joven soldado alemán protagonista de esta novela, Walter Proska, afronta el dilema de matar o morir en una guerra que él mismo odia como la peste, y llega a la conclusión de que si no es capaz de matar o dejarse matar, debe volver a su casa.

¿Lenz acaso no utilizó al soldado Proska para expiarse, para dejar testimonio de sus propios pensamientos? El soldado Proska es consciente de que su deber como alemán es el de servir a la Patria, obedecer las órdenes de sus superiores, de que el oficio del soldado es el de matar y en último extremo el de morir, pero a la vez también es consciente de lo absurdo que resulta pudrirse en una ciénaga rodeado de perdición y de decadencia, de lo absurdo que es seguir las órdenes de un superior borracho, incompetente e inhumano…

En esta obra maestra se vislumbra, en un tono sepia, apagado y triste, el debate sobre el deber, la conciencia y la culpa, que surgió tras el nazismo en Alemania.

JESÚS CUENCA TORRES