Por eso es una extraordinaria noticia la recuperación de El prado de Rosinka, un clásico de la literatura alemana escrito en 1980 por Gudrun Pausewang, una muy poco conocida autora que tiene en la delicadeza y el cuidado exquisito sus peculiaridades más destacadas. Gudrun relata la vida de sus padres, quienes, con otros lugareños, convirtieron un terreno pantanoso en el corazón de los Sudetes en un paraíso natural, en el que las privaciones apenas se sentían, pese a existir. Un canto de amor a la vida alternativa.
Conexión con la Naturaleza
Hay una tendencia en los últimos años que busca un regreso al contacto con la naturaleza, que reivindica que el ser humano se sienta parte de la tierra y corrija sus abusos contra ella. Y ya se sabe que del uso, llega el abuso. Quizá la multiplicación de obras de esta categoría ha provocado que el tópico sea protagonista en muchas de ellas y que el tono se solape por una cierta tendencia a la autoayuda.