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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El silencio y los crujidos», de Jon Bilbao

Hace todavía poco tiempo, apenas unos años, leíamos de vez en cuando unos diarios, o unas memorias, o un epistolario… para asomarnos a la vida directa tras una buena temporada de novelas. Ahora sucede al revés, y cuando raramente salimos de los libros testimoniales y regresamos a la ficción pura, casi se produce cierto desconcierto, un regreso a casa que a la vez exige detenerse y pensar, como recordar un idioma materno que se ha medio olvidado, disponerse a leer con otra actitud.

Ahora el placer primigenio de la narrativa neta ha llegado en avalancha con los tres cuentos largos que forman este “tríptico de la soledad” (tal es su subtítulo) que ofrece Jon Bilbao, quien tras los cuentos de Estrómboli, en 2016, confirma que está en años de plenitud creativa. Este libro es, probablemete, todavía superior a ese anterior, y las tres ‘nouvelles’ que lo componen exhiben un dominio de la escritura que comienza a ser abrumador en muchas de sus páginas. Las historias que Bilbao ha engendrado, y el detallismo entre gozoso y a la vez asfixiante con el que ha reflexionado sobre todas las posibilidades de sus personajes en situaciones francamente extraordinarias, son magníficas. Las tres, como queda claro desde la cubierta, tienen que ver con el aislamiento (en los tres casos anhelado), pero también con una elevación que no es sólo alegórica sino física, y de ahí los tres títulos parciales: “Columna”, “Tepuy” y “Torre”. El primero propone una divertida (pero no cómica) rivalidad o competencia entre dos anacoretas retirados al desierto, el segundo despliega la exploración de un espacio selvático virgen (pero más habitado de lo que cabía suponer…) y el tercero y más extenso tiene algo de ciencia-ficción, y habla de un futuro cercano e improbable para reflexionar sin sombra alguna de moralismo sobre un presente insatisfactorio. Los tres son, insistimos, magistrales, los tres son, digamos, pesimistas (y de hecho los tres ascensos terminan en batacazos formidables que en los dos primeros casos son irreversibles…), los tres son memorables, pero es probablemente el segundo el más inspirado y deslumbrante, y sin duda el mejor resuelto, el más redondo y rico.

Sea como sea, El silencio y los crujidos es un libro sereno y feroz al mismo tiempo, tremendo y potente en sus significados pero sin estridencias ni aspavientos retóricos, sutil pero nada tramposo, subversivo y transgresor pero sin incurrir en ningún vandalismo literario. Una pequeña maravilla. Una consagración.