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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Nuestro autor escoge un rela­to que transcurre entre las noches 482 y 498. En ella conocemos a Hasib, el hijo del profeta Daniel, un joven que, después de ser abandonado por sus compinches den­tro de un agujero como al José del Antiguo Testamento, se da de bruces con la Reina de las Serpientes, que le cuenta su historia.

De esta manera, el autor despliega un tapiz de historias de trasfondo mítico y fabulo so, llenas de mons­truos y de persona­jes que buscan su hogar. Para David B., el hecho de contar historias es el pro­pio argumento de la obra. Sólo esta pa­sión por el hecho narrativo explica esa facilidad que tiene por retorcer la historia y subordinar una trama a otra, como en un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño. Como en todas sus obras, destaca de David B. el enorme potencial simbólico de su dibujo. El autor ofrece un extraordi­nario despliegue gráfico en el que confluye el horror vacui barroco con la inocencia de la ausencia de perspectiva de las ilustracio­nes medievales.

David B. tiene un extraordinario sentido de la composición de las viñetas fruto de su amor por el arte antiguo. Porque Hâsib y la reina de las serpientes parece obra de un ilustrador sufi, una obra de arte bizanti­no. Contribuye a este efecto el color plano que el autor utiliza. con preferencia por los tonos saturados y la ausencia de tramas. El trazo es grueso y seguro, y David B. juega en su terreno cuando se trata de dibujar decenas de figuras en movimiento en cada viñeta, monstruos del folclore de Medio Oriente, esqueletos y ejércitos en lucha. Es­tamos ante el mejor David B. de los últimos años, y el hecho de adaptar un texto ya es­crito le viene de perlas al autor porque puede concentrarse en su brillante des­pliegue visual y narrativo. De las mejores novelas gráficas del año 2017.