En principio están todas en puerto, atadas, pero las vidas de los habitantes de las barcazas van tan a la deriva, están tan malogradas, como muchas de las embarcaciones mismas. Está la que hace aguas, literalmente, por los cuatro lados, quizás como el artista que lo habita, que se la quiere sacar de encima; está la que está rellena de productos de contrabando, pero que todos hacen ver que no lo saben, del mismo modo que su propietario mira hacia otro lado sobre lo que hace su amigo delincuente; en otra (de nombre tan intencionado como Lord Jim, un punto fastuosa, un matrimonio se ahoga a pesar de las apariencias, y quizás para huir de esto el marido, empresario a la baja, se dedica intensamente a hacer como de presidente de esta particular comunidad de vecinos. En este ambiguo barrio está la barca Grace, donde vive la joven canadiense Nenna James con sus dos hijas pequeñas, sin querer admitir que el hecho que su marido inglés viva a solas en la ciudad con la excusa que se asfixia al barco es el primer paso para que no vuelva nunca más a su lado.

Carles Geli