Una columna en medio de la nada en el siglo VI en Constantinopla, la parte alta de un tepuy amazónico -una meseta en altura- a mediados del siglo pasado y una torre menorquina en nuestra época. Ese es el recorrido espacio-temporal que realizan los tres ‘Juanes’ que protagonizan El silencio y los crujidos (Impedimenta), lo último del escritor Jon Bilbao. Novela o cuento, cada cual puede leerlo como quiera, aunque son tres historias «acumulativas y la tercera se entiende mejor si se han leído las otras», dice Bilbao. Es un tríptico sobre la soledad voluntaria, gente que no necesita a otra gente (o eso cree).
– Qué lejos hay que irse para estar solo.
-En este libro la soledad es voluntaria y rigurosa, y eso es costoso a nivel material y emocional. Los dos primeros ‘Juanes’ optan por una soledad un tanto exagerada u operística, difícilmente sostenible, mientras que el otro, como ha aprendido de sus anteriores encamaciones, la afronta al cabo de un plan minuciosamente urdido que le proporciona una soledad real, tan real que casi ni siquiera está presente él en el relato. Ha triunfado y no podemos llegar a él.
– ¿Remiten a ideas diferentes de lo sagrado, de aquello que está en el centro de la sociedad? ¿En un tiempo fue Dios, en otro la Ciencia y hoy la Tecnología?
– Eso no se me había ocurrido (risas).
– El primero quiere ser visto por Dios, ¿pero es la Red la que todo lo ve?
– El último Juan, para poder permanecer solo mucho tiempo y no depender de nadie, necesita una cuenta corriente bien nutrida y para eso idea ese engendro de internet relacionado con la pomografia que afecta a la sociedad a gran escala. Para obtener una intimidad blindada, reformula la intimidad de millones de personas.
Voces diferentes
– En estas narraciones, siempre hay algo que desvía la atención.
– Los crujidos, las alteraciones de ese silencio que podemos considerar el equivalente de la soledad. Pero los peores crujidos no son los que provienen de fuera, sino del interior de los propios solitarios cuando empiezan a descubrir que la soledad no es como pensaban o que ellos mismos no son como pensaban. Se ven incapaces de sostenerla.
– ¿Qué es la soledad?
– Es estar cómodo contigo mismo y para eso hay personas que necesitan espacio a su alrededor y silencio, y otras, afortunadas, son capaces de conseguirlo rodeadas de gente.
– Hay algo inquietante en alguna de las partes del tríptico, pero por lo demás es muy diferente a lo que ha escrito hasta ahora.
– Hay lectores que me dicen que este libro les ha desconcertado porque me voy muy lejos para ir llegando al presente. Quería voces diferentes pero en realidad el motivo, me di cuenta al final, había sido inconsciente: el tema me es tan personal que me daba pudor afrontarlo de manera directa y he optado por lo lateral, por irme lejos en tiempo, espacio y estilo.
– La relación entre el segundo Juan, biólogo, y una anaconda es inquietante y al mismo riempo hasta bonita, ¿no?
– Me lo pasé muy bien con esa parte, y fue la mas dificil de escribir porque es una historia sobre un biólogo subido en una meseta montañosa y una anaconda, no hay mas. Y sin embargo creo que hubo química entre ellos (risas), se cuidan, se curan, se alimentan.
ELENA SIERRA