Tanto que periódicamente montamos en la librería una mesa cargada con esos títulos con los que al leerlos en su día pasamos un mal rato memorable. Son ese tipo de libros que, hasta que no te ves aferrada al libro con los pelos como escarpias, una mueca de espanto congelada en el rostro, las venas de las sienes como morcillones de Burgos y una arritmia de escándalo, no reconoces que calibraste mal el talento sobrenatural de algunos autores para generar horrores de tinta.
Pero, oye, a según qué perfil lector nos va este tipo de bibliomarcha.
Y dentro del subgénero de terror-casas malditas hay un amplio y macabro abanico de variantes temáticas donde elegir: portales que dan acceso a horrores cósmicos, criaturas espectrales atrincheradas en sótanos, seres de la noche acechando intramuros, terrenos malditos, criaturas del averno sedientas de almas, atmósferas claustrofóbicas…
Pero, eso sí, en todas ellas el horror se asoma entre líneas con una sutileza que inocula la paranoia en el lector. No hay vísceras ni violencia explícita, sino una llamada poderosa a nuestros miedos más atávicos.
Dicho lo cual va la selección reginaexlibrislandiana de Siete casas malditas de novela para leer, temblar y gritar, y en las que no querrías pernoctar.
¿Listos? Pues pasen y lean. Si se atreven, claro:
– La casa y el cerebro. Edward Bulwer-Lytton. Impedimenta.
Considerada una pieza maestra de la literatura sobrenatural, esta endiabladamente aterradora fábula de fantasmas cautivó al propio Lovecraft. En ella un hombre decide pasar la noche en una casa encantada en Londres, junto a su criado y a su perro. Allí es testigo de espeluznantes apariciones y descubre que en sus dependencias se cometieron crímenes atroces años atrás. Todo el mal parece irradiar de una de las habitaciones que, aunque en apariencia está vacía, acoge la voluntad de un ser maligno. Pasen y lean… si se atreven.
Regina Exlibris