La literatura inglesa tiene en su haber una línea que cultiva con especial brillantez, otorgándole un toque muy british: el humor y la sátira. Muchos son los nombres que han transitado por esta senda, a la que en el siglo XX P. G. Wodehouse le confirió las características de la comicidad británica moderna. Michael Frayn (Londres, 1933) es uno de sus más geniales representantes. Lo ha demostrado en piezas como su exitosa pieza ¡Qué desastre de función!, con el teatro en su punto de mira, o en esta novela, donde de la escena pasamos al periodismo, ámbito en el que Frayn trabajó durante un tiempo.
CARMEN R. SANTOS