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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Al final de la mañana»

Aplicando dosis de sátira y humor al mundo del periodismo, Michael Frayn, que trabajara en el diario «The Observer», consigue en «Al final de la mañana» una novela perfecta. El autor, también dramaturgo, no era ningún desconocido en el mundo de las letras: cuando publicó esta novela, la tercera de su trayectoria, acababa de ganar el prestigioso premio Somerset Maugham.

Al final de la mañana se desarrolla en el Londres de finales de los 50 y principios de los 60, en la redacción de un periódico que no llega a nombrarse, antes de que la era digital abaratara los costes de producción para deleite de los accionistas. Sus indolentes empleados pasan el tiempo en un pub cercano, más preocupados por sus anodinos problemas personales que por el trabajo, lo que no les impide quejarse de la carga que les supone este.

John Dyson es jefe de sección y acaricia la idea de introducirse en el sector audiovisual, pero el fatum –tan presente en la novela– tiene otros planes para él. “Bien sabe Dios que soy un fracaso, una mota insignificante de vacuidad pisoteada con indiferencia por todo el que pasa”, piensa con afectación. Su subordinado, Bob Bell, lidia con su incapacidad para comprometerse con la vida. Frayn introduce a otro personaje de esta guisa: “El jefe de la sección de imágenes estaba descargando su ira divina sobre los miembros de la plantilla. Tenía ira divina disponible a raudales pero, por ahora, tan solo un miembro para descargarla”.
El estilo, extraordinario, acompaña un sinfín de situaciones hilarantes, con el resultado a que nos tiene acostumbrado la editorial Impedimenta: una novedad de obligada lectura.