A pesar de los desencuentros literarios que tuve a partir de este club de lectura (en la librería Moito Conto), en esta ocasión tengo que darles las gracias ya que me sumergí en este libro que me transportó al Reino unido de Austen.
Nos encontramos con Flora Poste, mejor conocida durante gran parte del libro como «la hija de Robert Poste», una jovencita inglesa que tras quedarse huérfana decide redirigir su vida e irse a vivir con algún familiar.
Esta novela nos sumerge en la sátira inglesa, un humor muy poco sutil que nos pillará desprevenidos al venir de Flora aunque tras unas páginas vamos viendo el enfoque de la novela que hace que de vez en cuando nos desternillemos de risa. De esta manera la autora refleja la realidad de la época, retratando personas superficiales y no con demasiada cultura. Antes os dije que nos puede recordar a las novelas de Jane Austen, sin embargo, Gibbons hace todo lo contrario (sí que mantiene el ambiente de estas novelas, pero simplemente para ponerlas patas arriba y burlarse en cierta manera de las historias que se escribían en esta época)
En la granja donde Flora termina viviendo nos encontraremos con personajes variopintos y a cada cual resulta más absurdo por su manera de pensar y ver la vida ya que la autora los explota hasta el ridículo (de nuevo empleando la ironía). A pesar de lo que pueda resultarnos en un principio, Flora es la más cuerda de todos los personajes que encontraremos en las páginas de Gibbons y que, gracias a esta seguridad y fuerza de voluntad (que en ocasiones podemos llega a confundir con una ligera locura), le dan un fuerza y una determinación que la caracterizan.
Es una novela muy entretenida en la que la risa está asegurada. Las reflexiones de Flora con respecto a su alrededor tanto social como natural nos transportan al S.XX sólo que matando ese toque bucólico que podríamos esperar.
A lo largo de la novela encontraremos anotaciones al pie de página que nos ayudan a entender algunas de las alusiones que se realizan durante la novela y que es que la autora plaga las páginas de juegos de palabras intraducibles (de nuevo empleando la ironía para retratar la época a través de imágenes y diversos recursos literarios). Muchos de los autores a los que nuestra Flora se refiere no existen y potencian las imágenes y el «ambiente». La religión, la sexualidad y hasta sociedad intelectual de la época queda retratada en esta novela.
Si os gustan las novelas inglesas del S.XX y os apetece darle la vuelta a la tortilla… esta lectura es obligatoria.